Alternativas de vida

La ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo (pongo el nombre para que los lectores sepan de quién hablo) será recordada por muchas cosas -como la de los pisos de 30 metros cuadrados, que era una idea acertada pero mal vendida- y casi ninguna buena. Sobre todo será recordada por haber sido la titular de un Ministerio ineficaz. Y por sus frases.

   La última, la de que los okupas representan "una manera alternativa de vivir, muy extendida en algunos lugares del mundo", casi el mismo día en el que su ex colega Montilla anunciaba la expropiación de pisos vacíos, de dudoso carácter legal y absoluta desproporción, es una chorrada sublime, pero poco perdonable cuando se hace desde el Gobierno.

   Es como si el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, dijera que los traficantes de armas representan una manera de vivir alternativa, muy extendida en muchos lugares del mundo. O el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, expusiera en rueda de prensa que los ladrones, violadores y asesinos son eso: alternativos y frecuentes.

   O que la ministra de Educación, Maria Jesús Cabrera, dijera que los analfabetos, idem de idem. O que el ministro de Economía, don Pedro Solbes, explicara la atractiva y alternativa forma de vida de los golfos apandadores del mundo de la empresa, que también los hay, aunque no sea la norma.

   Hace muchos años, Javier Gómez Navarro, un listo ministro de Comercio socialista, ahora al frente de las Cámaras de Comercio, me dijo en una entrevista que "producir, produce cualquiera; lo importante es vender". Es verdad, pero a veces lo que nos venden no se debe comprar.