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La columna de Gema Lendoiro: La duquesa más duquesa, la más libre de las libres

La columna de Gema Lendoiro: La duquesa más duquesa, la más libre de las libres

martes 04 de octubre de 2011, 13:09h
Al final no he podido resistir la tentación y me he acercado al kiosco a comprar 'Interviú' para ver la espléndida madurez al sol de la XVIII duquesa de Alba. Las fotos en cueros de doña Cayetana hechas en los ochenta cuando estaba casada con el ex jesuita Jesús Aguirre. Dieciocho imágenes que han dormitado en un cajón de no sabe quién y que han sacado a la luz justo dos días antes de su enlace. ¡Pobre duquesa! Pensarán algunos. Ella está, como no podía ser de otra manera cabreada y preparando la maquinaria de las demandas. Yo haría lo mismo. Cayetana es mucha señora y no le faltan arrestos. Ni sobra alguna de pensar para sí misma, para qué me voy a meter en este berenjenal con lo lenta que es la justicia. Si pensara así tampoco se casaría, con 85 años, con un hombre que bien podría ser su hijo y de cuya historia de amor todos dudan, menos ella.

No me sorprende que me digan que tomaba el sol en pelotas. Me sorprende el tipazo que tenía con 56 años y seis embarazos anteriores. Oigan que los embarazos dejan huella y en aquella época no existía la Dukan. Buenas piernas, poca celulitis, apenas barriguita y unos pechos sin asomo de ley de la gravedad. Y eso que no está plana y no hay cirugía. Al menos no en esa zona.

Dicen quienes la conocen que mezcla a la perfección el espíritu libre con ser la cabeza de una de las familias con más rancio abolengo del mundo entero. Y me lo creo. Me la imagino perfectamente organizando reuniones de artistas en su casa hablando de todos los temas y no tomando té con marquesas del barrio de Salamanca. Me pega más en un tablao con sus amigos gitanos que departiendo en un salón del Ritz en cenas benéficas. Pero eso no impide que unos días antes de pasar por la vicaría no le rinda pleitesía al rey comunicándoles en audiencia privada que se casa con su nuevo amor, Alfonso Díez.

Me temo que, a pesar de lo modernos que somos todos o que creemos que lo somos, nunca hemos comprendido en toda la totalidad la arrolladora personalidad de esta mujer única e irrepetible que ha hecho siempre lo que le ha dado la gana y, lo más importante, sin hacer daño a nadie.

Diga usted que sí doña Cayetana, que yo de mayor quiero ser como usted, al menos en espíritu. Y al que no le guste o que no mire o que se tome la bebida de moda, el chispazo (rica coca cola con Martini...quita todas las penas).
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