El salvaje derroche de los políticos corruptos

No se leen cosas como esta todos los días, aunque, a día de hoy y después de muchísimos casos, la sociedad ya está tristemente acostumbrada a leer cuestiones relacionadas con la corrupción política. Una cosa es eso, y otra que el ciudadano de a pie -que está inmerso en una crisis económica y muchos no tienen ni para comprar pan- tenga que deleitarse continuamente con noticias como que un diputado socialista de Cádiz, José Luis Calvillo, se gaste en facturas de comida en un sólo año 27.000 euros. O que, por el contrario, sea el ex-edil de Majadahonda, Guillermo Ortega, desembolse sin piedad 1,2 millones de euros en relojes.

¿El mundo se ha vuelto loco o qué? Primero, no es de recibo que los españoles se estén acostumbrado a que los políticos sean corruptos, roben en sus narices -por no llamarles directamente chorizos- y no hagan nada al respecto. Y, por otro lado, no es de recibo que los sinvergüenzas de los políticos desembolsen semejantes cantidades de dinero sin miramiento alguno, ¡como si no hubiera un mañana! Una patética clase de políticos que en vez hacer cosas en pro de la sociedad y de quienes les eligen en democracia, se ponen morados de pasta.