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PSOE: Recuperar la sensatez

PSOE: Recuperar la sensatez

martes 11 de octubre de 2011, 13:47h
No se interprete que todas las políticas desarrolladas por el gobierno actual, algunas impulsadas desde el partido que lo sustenta, son disparatadas y que han contribuido al malestar social y a la pérdida de adhesiones entre los electores, porque no es cierto. Han sido muchas las medidas adoptadas en el ámbito económico en la dirección correcta y en paralelismo con lo acordado en los países de nuestro entorno. La diferencia estriba en que no se obtienen los mismos resultados al  aplicar determinados remedios a una economía equilibrada y con fuentes de riqueza diversificados que si se aplican a la economía española, muy dependiente de los sectores inmobiliario y turístico y con muchas entidades financieras con carteras de créditos más que dudosas.

Pero el reconocimiento de estos méritos y del aplomo de Elena Salgado para sortear los continuos obstáculos que derivan de la situación real y superar las acechanzas de los especuladores y las zancadillas del partido popular, no impide reconocer los errores y carencias del equipo gobernante, así como la situación de desmoralización de militantes y electores, porque si las encuestas y el sentimiento general predicen que el triunfo del partido popular es incuestionable, son muchas las variables que concurren en el resultado.

En primer lugar, la inconveniencia de determinadas medidas del gobierno o de algunos de sus ministros/ministras que harían bien en permanecer callados, en tanto que otros/otras deberían demostrar que estar en funciones no quiere decir estar inactivos o desaparecidos. Decisiones desacertadas como las inútiles para el fomento del empleo, los términos de los proyectos para igualdad de trato y no discriminación, la renuncia a gravar las rentas mas altas o el empecinamiento en rematar inversiones faraónicas,o la inexplicable participación de España en el llamado Escudo Antimisiles,  destacan frente a medidas acertadas como el aumento de los ingresos inembargables, la adecuación de la educación al nuevo modelo productivo, la reforma penal propuesta, la inversión en becas, las ventajas por rehabilitación de viviendas o las medidas para aflorar el empleo sumergido. Pero si antes la gente escuchaba con desconfianza las explicaciones de Pérez Rubalcaba sobre el que ser había tejido una leyenda negra, ahora desconecta ante un fatal comunicador como es el portavoz José Blanco, por muy leal y trabajador que sea, que lo es sin duda.

El candidato socialista va desgranando propuestas de gobierno con un tono didáctico y unos argumentos creíbles, en tanto Rajoy gobierna ya su muy probable victoria removiendo las aguas, pero sin decir cómo se reducirá el número de diputados o de miembros de las asambleas autonómicas, o cómo se aprobarán leyes armonizadoras para establecer un poco de orden en las resultas de la prodigalidad de los gobierno de Aznar y Rodríguez Zapatero al traspasar competencias a las Comunidades Autónomas que debieron reservarse a la Administración del Estado.

Hay que reconocer que a Rodríguez Zapatero le ha tocado sortear una crisis económica gravísima y prolongada con peculiaridades más negativas todavía en España. No todo han sido desaciertos y, por el momento, se va neutralizando los mayores riesgos. Pero otras medidas de gobierno y muchos de los considerados "gestos" para definir las señas de identidad , han sido contraproducentes, han irritado a sectores económicos y sociales, y le han puesto enfrente de una gran parte de la sociedad española. Los frutos de tantas insensateces, los recoge ahora Rubalcaba. Por esto cabe pedir al gobierno en funciones que juegue sus últimas bazas con cordura. Y al partido presuntamente ganador que deje a un lado las tácticas de desprestigio institucional y personal y aborde la campaña electoral explicando su programa. No lo verán mis ojos.
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