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El riesgo está en el contagio a las economías emergentes

 Qué es la crisis sistémica de la que habla Trichet

Qué es la crisis sistémica de la que habla Trichet

martes 11 de octubre de 2011, 14:20h
El discurso de despedida de Jean Claude Trichet ha sido de una alarmante claridad (discutible el modo porque lo hace cuando se libera de responsabilidades) acerca del estado de la economía mundial. Trichet ha calificado la crisis de sistémica, reconociendo de este modo que el problema lo tienen ya tanto Estados Unidos como Europa, los países de economías emergentes por contagio, el sistema financiero y el de la economía productiva. ¿Porque, qué es una crisis sistémica? La teoría dice que sucede cuando el sistema en su conjunto entra en crisis, esto es, cuando el sistema colapsa por incapacidad, sobrepasamiento y/o por falta de instrumentos para resolver los problemas o desastres creados por su propia dinámica.

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Es decir, que varios factores y su incorrecto funcionamiento y/o colapso han dado como resultado este 'mea culpa' que ahora entona el saliente presidente del Banco Central Europeo (BCE). Ignacio Ramonet, del Consejo científico de Attac España y Le Monde Diplomatique, señala acertadamente que "la norma actual son los seísmos. Seísmos climáticos, seísmos financieros y bursátiles, seísmos energéticos y alimentarios, seísmos comunicacionales y tecnológicos, seísmos sociales, seísmos geopolíticos...Es la crisis del nuevo sistema-mundo, como lo llama.

Pareciera que la crisis es de orígen financiero y que si se reformase el sistema financiero la crisis retrocedería hasta desaparecer. Esta es una verdad a medias. Es cierto que el sistema financiero se salió de madre, se alejó peligrosamente de la economía real hasta creerse la locomotora y el piloto de la economía global. El movimiento de flujos financieros adquirió una magnitud fenomenal. En tiempo real un click de computadora moviliza mares enteros de recursos de un punto a otro del globo. Los operadores financieros que en un origen tenían puesto un ojo en sus negocios financieros y el otro en la economía real, pusieron luego los dos ojos, sus oídos, su olfato y su intuición en sólo obtener resultados de jugadas financieras cada vez más sofisticadas. Se fueron así distanciando los espacios financieros de sus anclajes en la economía real. La codicia y el facilismo, el ganar el milésimo que multiplicado por miles de millones conformaron fortunas instantáneas, se sumaron a los factores que encaminan el proceso en dirección al abismo.

En este desmán ha tenido un especial impacto el papel de los reguladores, que no supieron o quisieron cumplir su papel de control y de alerta; primó la creencia que el mercado podía autoregularse y que si llegara a acontecer un desborde surgirían endógenamente los mecanismos correctivos. "Pero el mercado se desbordó y no aparecieron mecanismos correctores sino de la mano de la autoridad política y con altísimos costos sistémicos", señala el economista. El desbocado sistema financiero deviene una de las causas estructurales de la crisis "pero su génesis e implosión están asociadas a otro crítico rasgo estructural de la forma de funcionar de los mercados: los extendidos procesos de concentración de ingresos y de riqueza, tanto entre países como al interior de cada país", argumenta Ramonet.

Contagio


Y ahí entran los factores que ha mencionado Trichet en su discurso: el estrés (del sistema financiero) y el riesgo soberano se ha desplazado desde las economías más pequeñas hasta algunas de las más grandes, uno de los rasgos que define a las crisis sistémicas. La crisis europea de la deuda ha alcanzado una dimensión sistémica y las tensiones se extienden a los mercados de capitales de todo el mundo, por lo que hay que coordinar esfuerzos para recapitalizar la banca.

La "sequía crediticia" ha agravado además el acceso a la financiación en los mercados y la interconexión de los sistemas financieros en la UE "ha aumentado el riesgo de contagio", señala el gobernador. Eso "amenaza la estabilidad financiera de la UE y también incide negativamente en la economía real de Europa y más allá de Europa", sostiene Trichet.

Ramonet argumenta que "los países ricos (América del Norte, Europa y Japón) padecen el mayor terremoto económico-financiero desde la crisis de 1929. Por primera vez, la Unión Europea ve amenazada su cohesión y su existencia. Y el riesgo de una gran recesión económica debilita el liderazgo internacional de Norteamérica, amenazado además por el surgimiento de nuevos polos de poderío (China, la India, Brasil) a escala internacional". El poder financiero (los "mercados") se ha impuesto al poder político, y eso desconcierta a los ciudadanos. La democracia -explica Ramonet- no funciona. Nadie entiende la inercia de los gobiernos frente a la crisis económica. La gente exige que la política asuma su función e intervenga para enderezar los entuertos. No resulta fácil; la velocidad de la economía es hoy la del relámpago, mientras que la velocidad de la política es la del caracol. Resulta cada vez más dificil conciliar tiempo económico y tiempo político. Y también crisis globales y gobiernos nacionales".

Los mercados financieros sobrerreaccionan ante cualquier información, mientras que los organismos financieros globales (FMI, OMC, Banco Mundial, etc.) son incapaces de determinar lo que va a ocurrir. Todo esto provoca, en los ciudadanos, frustración y angustia. La crisis global produce perdedores y ganadores. Los ganadores se encuentran, esencialmente, en Asia y en los países emergentes, que no tienen una visión tan pesimista de la situación como la de los europeos. También hay muchos ganadores en el interior mismo de los países occidentales cuyas sociedades se hallan fracturadas por las desigualdades entre ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres.

Riesgo para los emergentes


Con este panorama, el riesgo es aún mayor si entran en crisis también países emergentes como Brasil, Rusia o India, amén de la todo poderosa China, que hoy por hoy son, además de locomotoras de consumo, acreedores de las asfixiadas deudas públicas de las economía maduras, como Estados Unidos y Europa. "Este año va ser el primero en que la crisis va a sentirse con toda su virulencia. La economía, la mundial, está hoy igual que ayer: tiene agotada su capacidad de endeudamiento, una capacidad productiva muy superior a la capacidad de consumo media, y sigue desperdiciando recursos igual que los desperdiciaba", critica de forma atroz Santiago Niño Becerra,el catedrático de la universidad Ramón Llull, que señala que a pesar de todo la gente sigue queriendo creer que el milagro es posible.

El catedrático de estructura económica de la Universidad Ramón Llull asegura en su blog que "ya nos hallamos en una crisis sistémica muy semejante a la Gran Depresión, que lo vivido entre el 2007 y mediados del 2010 ha sido una fase de precrisis en la que se han ido poniendo de manifiesto los problemas que ahora nos han estallado en la cara, que lo que se ha estado haciendo en estos tres años ha sido ir aplicando las fórmulas de un manual agotado: el manual que, al agotarse, nos ha llevado a esta crisis".
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