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He dado la mano a tres de ellos

He dado la mano a tres de ellos

martes 18 de octubre de 2011, 12:18h
Del grupo negociador en la 'conferencia de paz' de San Sebastián, he dado la mano a tres de ellos en azarosa y larga andanza periodística: al dirigente del Sinn Fein, Gerry Adams, cuando vino a Madrid a presentar un libro y me lo presentaron en un restaurante; al ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, durante una visita que hizo a España, en tiempos de José María Aznar, y a Gro H.Brundtland, con motivo de un viaje oficial que hizo Felipe González a Noruega, donde ella era primera ministra y nos convidó a un baile casero en Oslo. Ninguno de ellos, ni siquiera Adams, me pareció un terrorista. Ni son los personajes desdeñables que algunos se empeñan en presentarnos: me parece que han actuado con buena voluntad, aunque probablemente mirando más a los sentimientos en el País Vasco que a los que imperan en el resto de España.

Me alegra la prudencia que en este terreno, cuando parece que podemos estar en vísperas de buenas noticias, están mostrando tanto Zapatero y Rubalcaba como Mariano Rajoy; me parece que los tres saben que con estas cosas no se juega y que las palabras, en determinadas circunstancias, pueden ser peligrosas. Confieso carecer de datos, pero estoy seguro de que ambas partes, la máxima dirección del PP y la del PSOE, han hablado estos días de algo más que de los preparativos del raquítico debate electoral del próximo 7 de noviembre.

Poco a nada me ha gustado el texto salido este lunes del Palacio de Ayete, allí donde Franco pasaba parte de su largo veraneo. Pero tampoco creo que haya que descalificar por principio este paso adelante en el camino hacia el fin de ETA. Un paso que, contra lo que algunos dicen, ni legitima, pienso, la historia sanguinaria de la banda del terror y del horror ni supone la más mínima concesión a los delincuentes etarras.

Ocurre que, en política, el arte es hacer posibles los sueños. Yo sueño desde hace mucho con el fin de una pesadilla de cuarenta años. Las víctimas de la banda sanguinaria siguen siendo mis héroes, los primeros. Luego, las fuerzas de seguridad, los políticos que aguantaron, todos nosotros que, de una u otra forma, hemos tenido que sufrir a estos desalmados. Hemos aguantado, hemos luchado. Ahora tocan la cautela, la habilidad y el empezar a pasar una página negra. Eso sí, haciendo que se paguen las facturas de tanto desmán.
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