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Manuel Pascua Mejía

España, legislatura 9, fin de una era

España, legislatura 9, fin de una era

martes 18 de octubre de 2011, 17:33h
Resumir esta novena legislatura es tarea fácil: se acabó la fiesta. Pero también es asunto muy difícil: ¿por qué se acabó la fiesta?
Ha habido menos crispación que en la anterior, tal vez porque la segunda victoria del presidente Zapatero, mejorando en 5 escaños el resultado de 2004, acalló definitivamente la infamia de la ultraderecha al acusarle de llegar a Moncloa en metro.

               También el PP mejoró en 6 escaños su resultado de 2004 y tal vez esa mejora fue lo que salvó al presidenciable Rajoy de la quema interna en su propio partido: todos recordamos la cara de este hombre y de Viri, su mujer, aquella noche en el balcón de Génova, así como las presiones que sufrió durante las semanas siguientes desde algunos medios de comunicación para que dimitiera.

               Por aquel entonces, uno de mis amigos y confidentes "genoveses" me contaba que ni siquiera en la sede central tenían claro qué hacer. Sin embargo, las presiones de los barones regionales -Valencia, Santiago, Bilbao, Sevilla y Barcelona- para que no dejara el camino expedito a la presidenta Aguirre acabaron por definir la situación y Rajoy se mantuvo, primero endeble, después apuntalado por las baronías y finalmente respaldado por todo el partido en aquel congreso de Valencia con un cierto tufo a Bulgaria en el que vimos con pasmo -al menos yo- el desaire del presidente Aznar saludándole como de pasada y sin mirarle a los ojos.

               Lo mejor de esta legislatura, para mí, ha sido el descubrimiento de Soraya Sáenz de Santamaría, joven vallisoletana, que llegó a la portavocía pisando despacio y sin estridencias y con toda la vieja guardia en su contra. Lo peor de aquel entonces fue el mal estilo con que Rajoy se deshizo de un buen hombre como Pizarro.

               Entonces llegó la crisis y borró la política. No ocurrió de golpe, pero pocos fueron los que alzaron la voz cuando en abril 2008, al poco de las elecciones en España, Fanny Mae y Freddie Mac se fueron al garete y el gobierno USA tuvo que inyectar 300.000 MM U$ en la aseguradora AIG. Después, el barril de petróleo superó los 100 U$ y el mundo empezó a desmoronarse.

               En España el 2008 trajo los ERE's de Bridgestone, Burberry, Delphi, Iveco, Marina d'Or, Nissan, Ono, Opel, Pirelli, Lladró, Renault, Roca, Ryanair, Seat, Sony, Torras Papel, T-Systems Iberia, Telefónica Móviles... y lo que hasta entonces solo les pasaba a los otros empezó a convertirse en una pesadilla que atacaba nuestra España convirtiendo el paisaje en un mar de parados.

               Martinsa-Fadesa suspende pagos con un pasivo de 4.000 millones de euros (la mayor suspensión de pagos de la historia hasta entonces), Hábitat deja colgados 2.300 MM y empiezan a caer las constructoras: SEOP, Grupo Contsa,  San José entran en concurso de acreedores. Le seguirán DHO, Bruesa, Teconsa, Aifos... y después centenares de pequeñas constructoras, subsidiarias de las grandes. Pronto el mal se expande a las inmobiliarias, a las empresas suministradoras, a las cementeras, a las ladrilleras, a las azulejeras, a los pueblos, a las provincias, a las autonomías...

               Lo brillante deja de parecer oro y vemos por fin que no era más que oropel. Los plasmas, los coches de lujo, las viviendas impensables y los viajes exóticos se mostraron con su verdadera cara: espectros que venían a reclamar su libra de carne.

               Los parados se nos fueron acumulando como al perro flaco las pulgas y rozamos la impensable cifra de 5 millones de parados. ¿Culpa del presidente Zapatero? Demasiado simplista como explicación. Sé que estamos en campaña, sé que señalar un culpable es fácil y hasta aliviador, pero no deja de ser una sandez. El problema pre-existía desde mediados de los 90 (presidente González) y la etapa de crecimiento experimentada desde Solchaga era solo un globo artificial: el 80% de nuestra masa salarial dependía del ladrillo. Por eso nuestro PIB crecía más que el de Alemania o Francia, pero no en su distribución per cápita: nunca generamos valor añadido, solo tochos.

               Además las subprime, los activos tóxicos, la caca financiera, también nos afectó gravemente. Es verdad que Santander, BBVA y La Caixa supieron manejar la situación con bastante gallardía, pero a día de hoy seguimos sin saber el nivel de toxicidad de nuestro sistema financiero. Solo hemos visto el copete de las cajas de ahorros, esos monstruos nacidos en el franquismo y amamantados al albur de la teta del poder autonómico que han acabado chupándose todos los fondos del FROB más los que aún se les inyectarán.

               En 2009 y 2010 acumulamos una deuda de 470.000 millones de euros en ladrillo y parientes, de ellos 90.000 millones en suelo. El stock  de viviendas en los balances de bancos, promotoras y constructoras asciende a un millón y medio de unidades: 613.000 recién terminadas, 384.000 en construcción (que así permanecerán en su mayor parte) y 520.000 usadas: cinco veces la demanda. Cin-co-ve-ces.

               Durante este cuatrienio el siglo XX ha llegado definitivamente a su final y la globalización se ha hecho reina y señora de la situación. Ahora, al mirar hacia atrás, casi todo lo doméstico me suena a patio de vecindonas. La novenez potencialidad mundial se fue por el sumidero y el crecimiento sostenido del PIB por encima de la media europea se lo comió el tigre como a las carnes morenas de la canción.

               Cuatro años en los que la política no ha significado nada ni ha servido para nada. Cuatro años en que las finanzas y la especulación
internacional han enseñado los dientes a los gobiernos, incluido el español. Eso ha sido la legislatura, cuatro años en los que hemos descubierto que la política debe ser reforzada, la constitución reformada y las instituciones mejor vigiladas.

               Cuatro años terribles en los que, sin embargo, hemos descubierto varias cosas. Lo primero, que el concepto de soberanía que tenemos está obsoleto: ya las fronteras no son contenedoras de nada. Empresas como Procter & Gamble, presente en 180 países, o como Walmart, menos expandida pero la empresa con más empleados del planeta, o Monsanto, capaz de cambiar las legislaciones de Europa y América para que favorezcan sus semillas transgénicas imponiéndolas en Asia y África mandan infinitamente más que cualquier gobierno por mayoritario que sea y para muestra ahí está el botón de Obama: ni él ha podido embridarlas.

               En segundo lugar, hemos descubierto que la sacrosanta Constitución se puede reformar de la noche a la mañana sin que salgan los demonios de los infiernos y, finalmente, que la ciudadanía tiene mucho que decir y la dirigencia escuchar.

Es el final del siglo XX. Nos lo han dicho las revoluciones del Magreb, nos lo han dicho los indignados del 15 M y nos lo están diciendo los indignados de Wall Street. Los cambios, por supuesto, no suceden en forma revolucionaria pero es innegable que la rueda empieza a moverse y aplastará a los incautos. Es lo que se ha llamado el cambio de ciclo, aunque yo prefiero decir de paradigma.

En esta legislatura hemos visto que estamos obsoletos en educación, en infraestructuras, en calidad democrática, en sistema político, en poder judicial. Y que somos un país de blanditos llorones que necesita reformarse, ponerse las pilas y hacerse más duro y, por ende, más fuerte. Nuestra España tiene que moverse más y más de prisa.

Ahora vendrá el PP presumiblemente. No quisiera estar en su piel, aunque respeto la responsabilidad de su compromiso. Tampoco nos sacarán de la crisis porque no depende de ellos. Hay demasiadas variables en el tablero de juego y solo podemos esperar -puede que rezar- que muchas de esas variables se vayan apaciguando en los países de nuestro entorno para que podamos salir de ésta apenas con cinco millones de huesos rotos. Para ello va a ser necesario que estemos unidos los del norte con los del sur, los de la izquierda con los de la derecha, los sensatos con los insensatos so pena de no salir o salir a destiempo. Nos dejaremos muchos pelos en la gatera y bastante más sangre de la que hasta ahora hemos perdido, pero saldremos reforzados si lo hacemos unidos. 

Las perspectivas son más que malas. Gentes que saben de esto como George Soros ya han dicho que España caerá en default antes de junio 2012 entre otras cosas porque cuando Grecia quiebre -en diciembre o enero-, Portugal se verá sobreexpuesta y pedirá su segundo rescate, lo que dejará al pairo todo lo que deben a España y tampoco nosotros podremos hacer frente a nuestros compromisos, fundamentalmente los 90.000 MM de euros que deberemos pagar en 2012 solo en intereses. Si Grecia aún no ha quebrado es porque Alemania y Francia están intentando una voladura controlada del sistema para que lo que a ellos les salpique no sea la sangre de sus nacionales. Espabilemos, pues.

Se acabó el siglo XX. Se acabó la fiesta. No nos dejemos engañar porque todavía queden rezagados capaces de apurar los restos de las copas derramadas. Siempre hay Alessios Rastanis capaces de fumarse las colillas de los otros y sacar de ello algún provecho. Tenemos que tomar alka seltzer, reponernos de la vomitera cuanto antes y empezar el largo día de resaca: será duro pero pasará. Sursum corda, paisanos, sursum corda.
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