Una juez con poco juicio

Hay un dicho que asegura que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra... Y, por lo que se ve, la magistrada Ángela Murillo no ha escapado al mismo, con el agravante de que no ha sido un tropiezo cualquiera.

Si bien los jueces como individuos tienen sus respectivas y legítimas ideologías o sentimientos a favor o en contra de determinadas materias, esto es algo que deben dejar en el vestuario al colocarse la toga. La imparcialidad en un juez es una cualidad que debe llevar 'tatuada' en la piel y por eso resulta im-presentable la metedura de pata de la magistrada. Ángela Murillo no contenta con las consecuencias que tuvieron sus palabras en la causa contra Otegi por enaltecimiento del terrorismo -el Tribunal Supremo anuló una condena a 2 años de prisión al estimar que la juez exteriorizó "un prejuicio acerca de su culpabilidad" al preguntarle si condenaba la violencia de ETA; responderle con desdén "por mí, como si bebe vino" a la petición de agua del acusado, entonces en huelga de hambre, y preguntarle si "¿un tiro en la nuca es violencia política?"- ha decidido volver a la carga con los juicios de valor en plena sala.

Murillo, que juzga al exjefe de ETA Francisco Javier García Gaztelu, "Txapote", y otros 3 etarras por el asesinato de un concejal de UPN no se ha mantenido indiferente ante el sobrecogedor relato de la viuda, y ha comentado la actitud impasible de los acusados al afirmar: "Y encima se ríen estos cabrones...".

¿Y si ahora el Supremo vuelve a anular la condena? Pues, muy probablemente, habrá que lamentar que estos asesinos quieran reír los últimos por culpa de la falta de profesionalidad de una juez que no sabe morderse la lengua...