Pérez Rubalcaba avanza

Ha habido una coincidencia en el juicio de la mayoría de medios de comunicación y de sus analistas sobre el resultado dialéctico del debate de este pasado lunes: ganó a los puntos Rajoy que, además, mostró su versión más moderada y también ambigua al explicar el programa del partido popular. Claro que también hubiera causado sorpresa que diarios radicalmente antisocialistas se inclinaran por el triunfo de un Pérez Rubalcaba que llevaba al debate como objetivo rescatar la confianza de una porción de  los votantes que en las pasadas elecciones dieron el triunfo a las candidaturas socialistas. Y creo que lo consiguió, aunque no podrá cuantificarse el efecto hasta el mismo día de las votaciones, porque los indecisos son un porcentaje importante del electorado pero con alternativas diversas, ya que se presentan nuevas formaciones políticas que no se sabe si mantendrán la intención de voto que les daban las encuestas.

Hay que decir que, pese a que la derecha cavernícola ha tratado por todos los medios de desacreditar al candidato socialista incluso con medios calumniosos e injuriosos, su valoración política se ha mantenido o mejorado desde su nominación, pese a que algunas medidas adoptadas por el gobierno de Rodríguez Zapatero, como es el caso de la quizá necesaria reforma constitucional, fueron muy perjudiciales a la mejora de las expectativas del candidato. Y es que, en efecto, las consecuencias de la crisis económica con sus severas medidas correctoras que han llevado entre otras repercusiones a la situación de paro a más de cuatro millones de españoles, la mayoría sin protección por el desempleo, además de las congelaciones retributivas y la contracción de beneficios en muchas empresas, ha enajenado los votos de un porcentaje importante  de la sociedad española, bien sea por ser afectados directamente o por considerar -con buenas razones en algunos casos- que las cosas se hubieran podido hacer mejor.

En el caso del partido popular es patente que tiene un electorado muy fiel y que ha seguido una política demoledora tanto del gobierno de Rodríguez Zapatero como de las instituciones que no se adaptaban a los deseos de la cúpula del partido, pero en todo caso sin comprometer a su líder que ha mantenido una actitud poco agresiva y muchas veces evasiva, salvo en los debates políticos de fondo. Y al amparo de algunos gestos gubernamentales para complacer a su militancia más progresista, han cosechado a un electorado de centro descontento porque también han sido perjudicados por los recortes  en sus economías. Y simultáneamente, las medidas adoptadas para corregir el descalabro producido por la crisis en nuestro modelo productivo y restablecer el equilibrio económico y presupuestario, han producido la desafección de otra parte del electorado socialista que pueden acabar votando a los partidos conservadores o, por el contrario, a quienes defienden postulados políticos más a la izquierda.

Pues bien: con este planteamiento que parece correcto, Pérez Rubalcaba ha tratado de explicar los contenidos de un programa  que tiene como principal objetivo reducir el desempleo creando puestos de trabajo; pero también otras medidas para mantener las conquistas de bienestar de la sociedad española, sin duda amenazadas en alguna medida con el triunfo del partido popular, que ya demostró cuando llegó al poder en 1996, también en medio de otra crisis económica, que el equilibrio de las cuentas del Estado se puede lograr no solo privatizando las empresas públicas, sino también restringiendo las prestaciones sociales alcanzadas. Es probable que el candidato socialista consiga recuperar alguna parte de los electores perdidos, lo que repercutiría en los resultados electorales finales. En cualquier caso el debate aclaró algunas cuestiones importantes, aunque muchas otras fueron obviadas. Como muchos apuntan, sería muy interesante una segunda edición abordando otros asuntos, pero no lo verán nuestros ojos.