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¿Estamos locos o qué?

La columna de Gema Lendoiro: 'Las poligoneras formas de Cristiano Ronaldo en sociedad'

La columna de Gema Lendoiro: "Las poligoneras formas de Cristiano Ronaldo en sociedad"

El futbolista demuestra en la entrega de los Prix Marie Claire la poca educación que tiene y las nulas ganas de mejorarla

viernes 18 de noviembre de 2011, 10:02h

Los franceses son conocidos por su charme. No en todas las clases sociales, lógicamente. Pero hablamos de las sofisticadas y la que representa al país galo en España, lo es. Bruno Delaye, embajador (ya le queda poco, lástima) es un excelente anfitrión que año tras año cede gustosamente su magnífica casa (del Estado) para celebrar, entre otras cosas, los Prix Marie Claire (los premios María Clara si lo prefiere usted en español). A ese evento siempre acuden distinguidas personalidades de la vida social española y es una de las fiestas más divertidas que se hacen en Madrid aún a pesar de la crisis.

Cada año se entrega el premio a personajes diferentes. Y cada edición hay anécdotas para escribir varios artículos pero los de la edición celebrada anoche me temo que se van a llevar la palma. Muchas veces he escrito de Cristiano Ronaldo y lo he llamado siempre macarra. Es buen futbolista, nadie lo cuestiona. Incluso me consta que cuando se le ha pedido su ayuda en temas humanitarios la ha concedido. Pero es un maleducado. Ni todo su dinero le ha servido para saber vivir en sociedad. Mucho menos para comportarse respetando reglas mínimas de convivencia. Y mucho me temo que es un tema que le resbale. Tanta fortuna lo le ha alcanzado para saber las mínimas normas de convivencia y de saber estar.

Ayer entregaron premio a su chica, la modelo Irina. Lo primero descortés que hicieron fue llegar tarde. Los últimos para ser más exactos y cuando ya todo el mundo estaba sentado en la mesa. Yo no sé por qué hay gente que todavía cree que llegar tarde es chic cuando en realidad es una falta de respeto a los demás. No quiso pasar por el photocall despreciando así el trabajo de los fotógrafos y periodistas que permanecían de pie y con frío esperando. Al llegar a su mesa no saludaron a sus compañeros, entre ellos la directora de la revista, Joana Bonet y por ende anfitriona de la fiesta. Mientras tuvo lugar la entrega de los premios cuchichearon entre sí, se dedicaron todo el rato a magrearse y besarse y en los descansos miraban y toqueteaban sus respectivos móviles. Y ya, para rematar la faena, cuando le dieron el premio a ella, que dio las gracias en inglés sin molestarse lo más mínimo en al menos decir gracias en español, se levantaron y se fueron si quedarse a la cena. Como ven un dechado de virtudes ambos.Un ejemplo de mala educación que una cree que en ese tipo de salones jamás va a ver.

Esa manera tan displicente, desdeñosa de mirar por encima del hombro al resto como haciéndoles un favor con su mera presencia, es el claro ejemplo de que el dinero jamás compra la clase ni muchísimo menos la elegancia. Las formas, en ambos, tan carentes de clase, de respeto hacia los demás, tan llenas de insultante desprecio no hacen más que confirmar que de donde no hay es inútil esforzarse en sacar. Es una lástima que esta chica, tan mona ella, se haya dejado arrastrar por las formas tan poco adecuadas de su chico, formas más propias de poligoneros que de las estrellas que se supone que son. Y es una lástima que, sabiendo como sabemos desde hace tiempo como son, se les invite a eventos de este tipo donde claramente dan la nota y además hacen sentir mal a las personas que tienen la mala fortuna de compartir espacio con ellos en la misma mesa.

Ronaldo cumple muy bien su papel en el campo, además borda escupir todo el rato, algo muy propio de él y que no llama la atención. Pero para todo lo demás es mejor dejarlo escondido y tapadito si no se quiere correr el riesgo de quedar mal.

El refranero es sabio. No se ha hecho la miel para la boca del asno. Y una vez más se comprueba. Ronaldo, ¡edúcate!

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