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Euforia en el balcón de Génova

El PP quiere gobernar como celebró su victoria en la calle Génova: con moderación y 'para todos'

El PP quiere gobernar como celebró su victoria en la calle Génova: con moderación y "para todos"

> Euforia contenida sin los radicalismos e insultos de anteriores comicios generales entre sus militantes en la sede popular

domingo 20 de noviembre de 2011, 23:24h
Inasequible al desaliento. Así ha sido como Mariano Rajoy ha recorrido a lo largo de los últimos ocho años la travesís del desierto de dos derrotas electorales consecutivas, hasta llegar al oasis del 20-N. Desde la sede del PP, cuando ya los primeros datos confirmaban los sondeos y auguraban una gran victoria para el partido, a la vez que un gran fiasco para sus 'eternos rivales, los socialistas, todo eran llamadas a la moderación. De sus dirigentes nacionales y regionales, de sus militantes y, en menor medida, de los simpatizantes que se agolpaban a la puerta de la sede de los populares. Aunque, en  cualquier caso, también ellos se mostraron muy moderados en comparación con las elecciones de 2004 y 2008, que perdió su partido.
No faltaron algunos exaltados, que fueron rechazados por la mayoría y sí faltaron, por primera vez, las banderas con el 'aguilucho', las banderas precostitucionales del franquismo, que tanto ondearon otras veces. Sí faltaron, como quería el partido los insultos a Zapatero o Rubalcaba, al menos en lo que se coreaba, aunque algunos lo hicieran de forma individual o en las declaraciones a los medios. En definitiva que, tal y cual quería el ñlider del ala moderada del PP -o sea, e popio Rajoy, en contraposición a los duros de Oreja y de Esperanza Aguirre, moderación en la cúpula del partido y en el balcón; sí, pero también en la calle.

Trabajo, seriedad y constancia. Esas eran las palabras con las que el propio Rajoy cerraba su discurso en el balcón de Génova, donde tenía el antecedente de dos comparecencias tistes. Y aunque en el jolgorio de la calle se le vitoreaba con gritos de 'presidente, presidente'. Y aunque desde el jolgorio de la calle había recuerdo para 'Rubalcaba el mentiroso' o para 'el inútil de Zapatero'. Y aunque desde el jolgorio de a calle se esperaba mayor contundencia en su discurso, Rajoy les defraudó de la misma manera que intentó gustar a todos los españoles con esa dedicatoria "incluso a los que no me han votado". Incluso nombrando a Zapatero con respeto, aunque seguro de que le iban a abuchear.

Pero, de la misma manera que desde los poderes regionales del PP se había pedido, con discreción, eso sí, a sus militantes que procuraran no ser muy agresivos en sus manifestaciones de alegría, qu eno insultaran y que no llevaran la bandera preconstitucional, la del aguilucho -no se vio ni una, a diferencia de las elecciones ganadas y perdidas en las dos décadas pasadas. De la misma manera, se insiste, desde el PP -con el triunfo también del ala moderada que dirige el propio Rajoy- en que la moderación será su brújula de Gobierno.

En cualquier caso, esa triple definición, esos "años difíciles con momentos difíciles", Rajoy dixit, no esconde las dificultades que se le van a presentar en la gobernanza de España. De esa España y de esa nacionalidad de la qu etanto presumían muchos de los seguidores que se manifestaban con profusión de banderas del país y del PP -"seguro que si hubiera ganado elPSOE no habría ni una, que se fastidien", decía uno de ellos con paraguas, camisetas, pantalón y bufanda- de esa España que Rajoy intentará con "trabajo, seriedad y constancia" y, claro, con moderación sacar de la crisis. Y, como con gracejo también espetaba un veterano militante que llevaba un toro pintado en la bandera roja y gualda: "el toro de la crisis es complicdo, pero tenemos un gran torero".

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