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Viva la política

Viva la política

jueves 11 de octubre de 2007, 01:01h

Si algo caracteriza a la coyuntura actual es la reposición de la política  en el quehacer cotidiano de los bolivianos. Lo que antes  motivaba el desprecio y la dura crítica ciudadana empezó a mostrarse nuevamente con un ímpetu arrollador que eclipsó a los más acres objetadores que injusta como genéricamente estigmatizaron  al partido político, a la política y al político, que son imprescindible en cualquier sociedad y Estado del mundo.

La política fue execrada al extremo y las jóvenes generaciones se alejaron de ella hasta con desprecio, la negación de su práctica fue reemplazada por la frustración y la reinstalación del individualismo más secante en grandes sectores de la sociedad.

Lo más cómodo se impuso, todos se declararon independientes y se convirtió en el signo chic del momento frente a los despreciados políticos, la mejor carta de presentación para cualquier candidatura fue que el candidato no tuviera pasado, mejor si era hijo de probeta lo que le impedía cualquier nexo con algo o con alguien que lo desacredite.

La pulcritud y la blancura se convirtieron en lo opuesto de la política pues nadie que se precie de ser inteligente declaraba su militancia a ningún partido. Entonces el reemplazo natural al partido fue la creación de espacios cerrados motivados por intereses sectoriales que devinieron o en comparsa o en logias cerradas, que dañaron gravemente a la democracia al vaciarla de sus contenidos vitales.
 
Empero las cosas empezaron a cambiar, de a poco se repuso la político y lo político pero no a plenitud sino con una serie de puntualizaciones que permitía que los críticos “independientes” se tragasen sus opiniones con un supuesto decoro, por lo tanto  se efectuó una separación  meramente pedagógica y práctica entre el pasado y el presente, donde la política ahora tiene una nueva dimensión, aunque todavía no explicada, respecto a la que tuvo en el pasado inmediato.

En la simplificación habitual  de las cosas, se  terminó por imponer por la fuerza mediática y la reiteración pertinaz  un maniqueísmo absoluto por el  que todo lo hecho por los “otros” –léase gobiernos, partidos y dirigentes del anterior sistema- es lo malo y todo lo que hecho “por mi” -léase gobierno, partido y dirigentes del MAS-   es lo correcto.

Esta concepción ahistórica de la política terminó por tranquilizar a la mayoría de la ciudadanía que antes  fue cautivada por el discurso independiente y empezó por admitir a la política y a los políticos de turno sin importarles si cometían los mismos errores o tenían las mismas prácticas del pasado.

Pese a este comportamiento, sin lugar a la menor  duda, la reposición de la política en la agenda pública nacional y en la práctica ciudadana todavía en su fase primaria, tendrá resultados óptimos en la construcción de la democracia y en el posible rediseño del nuevo Estado, si es que se rompen las taras que se arrastran desde el pasado y se generan nuevos paradigmas para que los jóvenes de hoy asuman una convicción y ojala ésa convicción la conviertan en partido político como una forma digna de redefinir y reconquistar principios que fueron reemplazados por consignas fofas fabricadas por  engrupidos independientes que nunca se comprometieron con nada excepto con sus propios intereses.
Sucre, 10 de octubre de 2007

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