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Un gobierno demotécnico y una docena del fraile

Un gobierno demotécnico y una docena del fraile

miércoles 21 de diciembre de 2011, 21:45h
 Si a los gobiernos tipo Monti o Papademos se les desprecia con el epíteto de tecnocráticos porque los nombra un parlamento y no las urnas (lo cual no deja de ser una sandez en sistemas parlamentarios), al gobierno actual no se me ocurre mejor manera de llamarlo que demotécnico para diferenciarlo.

               Al igual que los de Monti o Papademos, a estos se les nombra a dedo, los aprueba el rey y los refrenda vicariamente el parlamento, vamos, que tampoco los elegimos en las urnas ni por insaculación que diría el jubileta José Bono. Se trata, pues, de perfiles técnicos en la mayoría de nombramientos y, de ahí, mi neologismo de demotécnicos.

               En el área de políticas sociales que me compete en este análisis, voy a empezar por Dª Fátima Ibáñez. Sabe de empleo y tiene fama de franciscana en su paciencia y alemana en su laboriosidad. Me cuentan que tiene mano de hierro en guante de seda y su dicción suave de los andaluza la hace parecer bastante dialogante. Es tratable y hasta demuestra sentido del humor -lo que presagia inteligencia, qué bien- y pocas veces se pliega a lisonjas antes que a argumentos.

               Su nombramiento como Ministra de empleo y seguridad social es muy significativo, particularmente si miramos el cuadro "económico" entero: Luis de Guindos, Cristóbal Montoro y García Margallo en exteriores que, en estos tiempos, tiene una carga económica enorme. La ministra deberá ingeniárselas para reducir el paro, fomentar el empleo al alimón con sus coequipiers y "domar" el presupuesto de la Seguridad Social borrando alguno de sus disparates. Es una ministra sólida y bien formada pero no va a gustar ni un pelo a la izquierda: ejecutará una profunda y durísima reforma laboral y lidiará con las previsibles protestas sociales y sindicales con escasa piedad.

               En Educación y cultura el presidente Rajoy ha optado por un sociólogo, D. José Ignacio Wert, bien conocido por quienes nos hemos dedicado durante años a segmentar mercados y analizar consumidores, no en vano el ministro lo ha sido todo en el sector: Director técnico del CIS, director del Instituto Demoscopia durante casi 17 años, presidente de ANEIMO (asociación nacional de empresas de investigación de mercado), presidente de Inspire Consultores y presidente del consejo de administración de TNS y me dejo en el tintero los nombramientos europeos o no acabaríamos. En pocas palabras, si alguien conoce al español y las tendencias socioculturales que nos mueven es este hombre. No tengo duda de que sabrá encontrar el camino para que el desastre de sistema educativo que padece España desde los tiempos de Franco sea, de una vez por todas, competitivo, eficaz y útil en la formación de nuestros jóvenes en el medio plazo. Lo necesitamos tanto o más que el trabajo del ministro Montoro contra el fraude fiscal.

               Y he dejado para el final a Dª Ana Mato, ministra de Sanidad (sin presupuesto de la Seguridad Social), servicios sociales e Igualdad. Ella es la docena del fraile.

               En los tiempos de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (S. XIII) nació la historia de la docena del fraile. Detalles de la peripecia aparte, la cosa es que fray furriel solía exigir docenas de a trece unidades a los mercaderes y estos, andando el tiempo y viendo que era peor negarse que aceptar, servían una docena corriente y encimaban una decimotercera pieza que solía ser la que estaba en peor estado o la que resultaba menos vendible a otros clientes. En el gobierno del presidente Rajoy, Ana Mato y su ministerio "de la Srta. Pepis" es la docena del fraile.

               No es una mujer ni muy preparada (a duras penas tiene una licenciatura en Ciencias Políticas) ni muy espabilada, aunque es tenaz como un buldozer. Su mayor y principal mérito es pertenecer al "Clan Valladolid", aunque desde el punto de vista de la gestión y los logros, su currículo está completamente vacío. Otra cosa, claro, es que ha sido fiel guardián de las esencias marianistas en las catacumbas del PP, de ahí el premio de consolación.

               Su ministerio es un ministerio blandito, prescindible por demás: todas sus competencias están transferidas y lo poco que ella puede hacer no son más que recetas de maquillaje y organización genérica y sin calado, no en vano es el ministerio que desempeñaba esa luminaria de la intelectualidad que fue la ya ex todo Leire Pajín.

               En fin, salvando la docena del fraile y teniendo en cuenta que la nueva ministra es francamente mejor que la saliente, se trata de un gobierno demotécnico que puede servir para sacarnos de esta... haciéndonoslas pasar canutas.


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