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Calvario navideño (V): ...y llegó 2012

Calvario navideño (V): ...y llegó 2012

domingo 01 de enero de 2012, 13:16h
Ding, dong, ding, dong. Sonaron las doce campanadas en la marileña Puerta del Sol, usted se tomó como bien pudo las doce uvas o las doce aceitunas rellenas sin atragantarse, se abrazó al vecino, le deseó un ¡¡Feliz año nuevo!! y...pum, con el sonoro descorche de la botella de cava comienza la segunda parte del Calvario navideño de la cena de fin de año. A esas horas lo que uno quiisiera estar, tras el largo ágape, los aperitivos, el caldito, el pavo (ni me lo recuerden), los turrones y los mantecados es en la cama, bien arropadito, calentitto, tranquilo, y con un buen libro en las manos. ¡Ja! Le quedan aún al menos tres o cuatro horas de sufrimiento por más sueño que le hayan provocado la cerveza, el blanco, el tinto y las soporífera programación navideña. La parienta, a la que le gusta más un cachondeo a un tonto un lápiz, ya estará a esas horas disfrazándose de algo y cantando aquello tan ridículo de "que soy una chica, una chica ye, ye" pese a sus cincuenta cumplidos. En fin, qué le vamos a hacer, una noche es una noche y no todos los días se recibe un nuevo año aunque éste sea el fatídico 2012. Aunque ahora se reciba con un estruendo típico de las Fallas valencianas que más que la noche de fin de año parece las mascletá.
Ante todo confesarles que tengo un amigo, antiguo marino mercante ya jubilado, con el que suelo compartir la bienvenida al nuevo año, que es todo un especialista en fuegos de artificio. Me explico. Hace unos años, tras varios de obligada ausencia navideña, desembarcó con todo un maletón de petardos de toda clase, condición y colores comprados en un saldo japonés. Para los niños fue como si de verdad hubiese aparecido Papá Noel con un saco cargado de ilusiones sonoras. Se lo pasaron en grande toda la noche lanzando cohetes por la terraza, los había silbantes, atronadores, de serpentinas, de docenas de colores, todo un espectáculo excepto para los vecinos, que ese año, seguro que se acordaron de los familiares antecesores del interfecto, y de mi parienta que odia los petardos como si fuesen el mismisimo demonio. En fin, a lo que iba. Me temo que este año lo de los petardos de después de las doce puede ser de padre y muy señor mío porque, hasta ahora, casi se compraban de contrabando y bajo cuerda, pero en estos momentos hastan han abierto makros de fuesgos artificiales y se han anunciado en el ABC con lo que son muchos los que se han podido aprovisionar estos días de toneladas de sonoros petardos que harán explosión todos a la vez nada más sonar las doce campanadas. Que Dios nos coja confesaos porque habrá paro, crisis y penurias pero a los obsesos de las tracas no hay quien los pare, echan la casa por la ventana y nos quedan varias horas de soportar rayos y truenos que no le dejarán conciliar el sueño hasta altas horas de la madrugada.
Cuando se despierten de esta larga noche de final de año amaneceremos en el tan temido 2012, felicitaremos de mala gana a los manolos y seremos recibidos por una nueva congelación salarial para los sufridos funcionarios, una importante subida de casi todos los impuestos y lo que te rondaré morena que la cosa se va a poner bastante cruda cuando el Gobierno de Rajoy descubra de verdad las cuentas de la vieja que les ha dejado Zapatero y sus muchachos. Todavía me acuerdo del San Silvestre de 2007, cuando todos éramos felices. comíamos perdices y creíamos, y Zapatero así nos lo confirmaba cada día, que todo el monte era orégano. En menos de cuatro años nos hemos quedado en el paro, nuestros pisos, que en teoría valían dies veces el precio que pagamos por ellos, han vuelto a valer lo que en realidad valían, y nuestros ahorros se han ido esfumando como si fuese hielo que se derrite entre las manos. Es lo que hay y habrá que seguirse apretando el cinturón porque, parodiando de Del Nido, "lo peor está por llegar". En fin, que la resca no les perjudique demasiado. Ya lo saben, una aspirinita, mucha agua fresca y mañana, metiditos todo el día en casa, arropaditos en el brasero que no está el horno para bollos. Que sean todo lo felices que puedan que ya vendrán años mejores. De eso también estoy seguro.   
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