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Pero ¿dónde está el PSOE?

Pero ¿dónde está el PSOE?

lunes 02 de enero de 2012, 18:01h
El Gobierno, que no Mariano Rajoy -sigue silente--, anunciaba el pasado viernes una subida de impuestos largamente desmentida durante la campaña electoral, entre otras medidas de recorte cuya urgencia venía dictada, explicaron la vicepresidenta y dos ministros, por el descubrimiento de que el déficit que dejan los socialistas será del ocho por ciento -o quizá algo más--, en lugar del seis por ciento anunciado. Dado que estamos en la guerra frontal contra el déficit, la dureza de las decisiones viene dictada por ese aumento del gasto no contemplado en las cifras que se barajaron en el traspaso de poderes, explicó la vicepresidenta, Soraya Sáez de Santamaría. Dado que esas cifras, al final, van a diferir no poco de las que se suponían, el nuevo Gobierno acusó a sus predecesores socialistas de haber falseado los datos, de engañar al país y, de paso, a Europa y los mercados.

Constatando, como todos hemos constatado ya, que la gestión del Ejecutivo de Zapatero distó mucho de ser modélica y encontrándome, por tanto, lejos de defender la gobernación socialista, temo, empero, que esa acusación de 'falseamiento de cifras' lanzada por el Ejecutivo del PP contra sus antecesores no esté demasiado fundada; bien sabían Rajoy y todos los que luego iban a ser sus ministros que el déficit no se detendría en un seis por ciento, que los gastos de muchas Comunidades Autónomas  --en su mayoría gestionadas por el PP desde mayo o desde antes-iban a superar las previsiones y que la seguridad social tendría un déficit al menos un 0'4 por ciento superior al previsto.

A partir de ahí, podemos, o no, justificar el incremento en el IRPF, algo que se nos dijo por activa y por pasiva que no ocurriría. Podemos, o no, entender -y yo, que quiero confiar en este Gobierno, las entiendo-- las medidas de dureza derivadas del ajuste dictado el viernes y de otros que vengan a continuación. Pero yo al menos no puedo dar por bueno que todo lo acordado en el Consejo de Ministros de la pasada semana se decidió a última hora, al ver el Ejecutivo de Rajoy sorprendida su buena fe cuando, de pronto, se enteró de que el déficit no se iba a ajustar al seis por ciento que oficialmente -pero nunca oficiosamente, porque todos conocíamos la verdad-se barajaba.

Las medidas acordadas por el Consejo de Ministros serán positivas o negativas para la marcha económica del país -en Francia, en lugar del IRPF, se ha aumentado el IVA, por ejemplo-- ; no me siento autorizado para dar un dictamen al respecto. Lo que verdaderamente me sorprende es el relativo silencio, o la voz con sordina, de la principal formación de oposición, el PSOE. Ni un experto de la oposición ha salido a la palestra para contrarrestar, o el menos someter a debate, las decisiones del pasado viernes. Y menos aún se han escuchado voces socialistas autorizadas negando las tremendas acusaciones de, por ejemplo, Javier Arenas o Fátima Báñez -mucho más moderado estuvo ayer el titular de Economía, Luis de Guandos, en unas declaraciones radiofónicas--, que insistían en que los responsables del Gobierno saliente simplemente mintieron a los ciudadanos con sus previsiones macroeconómicas.

¿Es esta, de bajísimo perfil, la oposición que vamos a tener? ¿Está Rubalcaba tan, tan ocupado preparando el congreso federal socialista como para hacer dejación de sus obligaciones a la hora de meter todo el ruido posible ante una decisión tan trascendental de quienes tienen la mayoría absoluta en buena parte de los ayuntamientos, en casi todas las autonomías y en el Gobierno central?

 Pues apañados vamos. Me parece urgente contar con el obligado equilibrio de poderes, como me parece necesario que no se rompa ese buen clima entre las formaciones políticas del que disfrutábamos en los tres últimos meses. El clima, al parecer, se ha hecho pedazos con esas duras declaraciones contra la difícil situación heredada, clavo ardiendo al que se agarran los nuevos poderosos al primer tropiezo. Pero aún no sabemos bien qué contestan del otro lado: no ha habido esa previsible respuesta contundente de los socialistas a las acusaciones de los 'populares'. ¿Está el PSOE, comandado de hecho por Rubalcaba, aunque quién sabe quién manda ahí ahora en realidad, tan paralizado, tan acéfalo, como parece?

Pues entonces, lo dicho: vamos dados.


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