La columna de Gema Lendoiro: "La gentuza que dijo sí a Urdangarín"

Al margen de que todas las actividades que, según el sumario, ha hecho el yerno real al frente de Noos durante todos esos años, me cabreen hasta límites insospechados, más me retuerce por dentro la facilidad que las empresas, muchas de ellas con dinero público, tuvieron para abrir la mano porque detrás estaba el yerno del Rey. Esto no indica ni más ni menos la clase de gente que abunda en este país que, directamente, babea por codearse con un Borbón. Y, además, con uno que lo es por consorte ya que ni una sola gota de sus venas es real. Todo por matrimonio.

Me cabrea digo, pero no me sorprende. España es un país de pelotas babosos que enseguida reverencian a alguien que tiene pinta de rico pero que se permite el lujo de despreciar sin ni siquiera contemplar a un hombre, por ejemplo, sabio, científico.

Se ve en la calle, en los restaurantes, en los clubes de ocio, en la parte lúdica de nuestra sociedad. Un cochazo representa y da mejores cartas de presentación que un buen currículo de alguien listo y sabio que hace cosas por mejorar la sociedad. Es el culmen del parecer por encima del ser, es la mejor morada, nuestra sociedad del triunfo de lo vacuo y absurdo. Vean ustedes qué funciona en televisión y me darán la razón.

Urdangarín conoce muy bien al pueblo porque él es pueblo por mucho que se refiera a sí mismo como el duque de Palma. Y él sabe que la gente te muere por hacer favores a la monarquía y plantar después e el despacho la foto dándole la mano al Rey. Nos ha faltado el empresario (o no ) que le pusiera un par encima de la mesa y le hubiera negado el primer céntimo sólo porque él era Familia Real.

Gentuza, gentuza y más gentuza. Y lo que nos queda por saber...

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