La columna de Gema Lendoiro: "Engañar, ese deporte nacional"

Ayer fue un día duro de esos que empiezan a las siete de la mañana y no paras en todo el día. Entonces llegan las nueve de la noche y una se sienta en el sofá y, aunque quiere ver las imágenes de las noticias que ya ha leído y escuchado, no puede evitar caer en un profundo letargo y el esfuerzo de no cerrar las pestañas se asemeja al del levantamiento de pesas. Es entonces, cuando caes en ese cuasi sueño profundo y con las botas puestas y el rimmel sin quitar, cuando entran en tus oídos noticias, todas ellas en España y con un mismo soniquete: robaba, prevaricaba, falseó, mintió, se gastó el dinero público en cocaína, iba en sentido contrario en la autopista borracho como una cuba y mato a unos cuantos, otro hizo lo mismo y dejó paralítico a un bombero pero no entrará en prisión...Irremediablemente abres el ojo y te preguntas si has estado en el país vecino al de Alicia pero en maldades y pronto te das cuenta de que no, de que esto es España.

Casi cuarenta mil millones de euros recaudaría España si se redujese a la mitad el dinero negro. Casi nadie se escandaliza por ofrecer el pago en b ni en recibirlo, mucho menos tal y como están las cosas. "Al menos me pagan". Y tiene razón quién piensa así porque lo primero es el buche pero no debería ser así. Hemos avanzado muchísimo. Uno se da cuenta cuando vuelve a España procedente de un país subdesarrollado pero nos queda mucho camino por recorrer. La sombra de la picaresca es alargada. La clase política no es más que un reflejo del pueblo que representa. Si ellos roban más es porque tienen más posibilidades, no porque se hagan políticos y ladrones a la vez. Muchas de nuestras acciones cotidianas, de nuestros trucos para engañar al Estado pondrían colorado a un ciudadano sueco, noruego. Luego nos queremos comparar a sus prestaciones sociales pero olvidamos que ellos pagan unos impuestos altísimos y, además, no los escaquean.

¿La solución pasa por endurecer las leyes? Sí, desde luego. Pero más importante que todo eso es la educación. Este verano una mamá amiga cuyas hijas van a un colegio británico me decía: "Es alucinante la disciplina que les inculcan desde los dos años, por ejemplo en algo tan simple como hacer una cola para que les den de comer, con dos y tres años y ni uno protesta, ni se la saltan, jamás contestan a los profesores, es admirable" Supongo que para vertebrar una sociedad hace falta mucho más que saber hacer una cola pero desde luego en España andamos a años luz de respetar las normas, eso que se llama civismo y que consiste, entre otras cosas, en no saltarse las colas, no colarse en el metro, no hacer facturas falsas y no engañar al Estado que, en definitiva, somos todos. Existen tantos ejemplos de picaresca que todos aplicamos...no me cabrían en este texto.

¿Lo conseguiremos algún día? Abogo porque sí y a ver si para dentro de 30 años, ni PP ni PSOE ni demás dejan de tocar los dineros de todos que ya estamos hasta la boina de tanto chorizo.

Que tengan ustedes unos buenos y cívicos días. Y aprovechen las ofertas de hoy de Rumbo...dan ganas de irse a una playa del Caribe.