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Barberá dice que está al 100% con Fabra

El PP valenciano intenta cerrar filas para volver a las 'sonrisas del pasado'

El PP valenciano intenta cerrar filas para volver a las 'sonrisas del pasado'

jueves 12 de enero de 2012, 19:50h
Junio de 2011. La foto era de familia. Escaños de Les Corts Valencianes. Investidura del por entonces presidente del Consell, Francisco Camps. Éste inmortalizaba su momento con referentes del partido. Además de Alfonso Rus, presidente provincial en Valencia, los tres alcaldes de capitales arropaban al jefe del Consell. Entre ellos estaba el primer edil de Castellón, ahora presidente, Alberto Fabra.
Ha pasado medio año de esa imagen y muchas cosas más. Camps ya no es el jefe del Consell y está sentado en el banquillo por el juicio del caso de los trajes. Ha cambiado el color político del Gobierno central, con el nuevo inquilino de La Moncloa, Mariano Rajoy, a la cabeza. Y ha comenzado la era de Fabra en el Palau.

El "chico del norte", como el propio presidente se bautizó las pasadas navidades en los encuentros con los medios, ha recogido una herencia con la que debe hacer equilibrismo. Por una parte, tiene que hacer frente a las tensiones financieras y a la necesidad de pagar a los proveedores. De otro lado, no puede romper de manera traumática con el pasado encarnado por un Camps que, todavía, es diputado en el Parlamento valenciano.

La cuestión interna en el PPCV empezó con buen pie para Fabra. Consiguió la 'paz' en Alicante, terreno permanente de confrontación en la etapa de Camps. Vivió la retirada de José Joaquín Ripoll de la primera línea política. Y señaló a Miguel Ortiz como el dirigente responsable de tomar las riendas del partido en la provincia para dirigir la transición hasta los congresos de la formación que se celebrarán este año. Aguas calmadas. Aunque, en la actualidad, ha crecido la corriente 'antiripollista' que rechazaría cualquier nombramiento provincial que tuviera vínculos con el anterior líder.

En Castellón, pese a la sombra de Carlos Fabra, el presidente juega en casa. Sin embargo, los problemas internos están ahora surgiendo en Valencia. La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, dio por empezada en público una partida que puede tener como horizonte el congreso regional del partido. La cita se celebrará en Alicante durante la última quincena de abril. Los cónclaves provinciales tendrán lugar antes del 30 de junio.

La alcaldesa habló ante los medios de "enredos" que volvían al partido. Con el verbo 'volver', Barberá se refería de manera indirecta a la guerra interna que sufrió la formación con sede en la calle Quart, cuando Eduardo Zaplana fue requerido por José María Aznar y Camps heredó el cargo, luego revalidado con aplastantes mayorías absolutas.

Decisiones en el Palau
A nadie se le escapa el factor casi maternal que Barberá tenía, y tiene, hacia Camps. Tanto en los mejores momentos, como en los peores, la alcaldesa estaba al tanto de todo lo que sucedía en el Palau. Quizá, la alcaldesa está notando la independencia de Fabra en los movimientos para hacer frente a la situación crítica de las arcas autonómicas.

La cuestión de los grandes eventos puede ser la punta del iceberg. Hay otros asuntos -como la decisión del presidente del Consell de profundizar en Emarsa e impulsar una comisión de investigación para defender la transparencia en la nueva era- que pueden no haber sentado muy mal a Barberá.

Sin embargo, la alcaldesa decidió rebajar este mismo jueves la tensión interna en la formación. "Estoy al 100% con mi presidente", exhibió ante los medios. Aunque dejó caer una advertencia -con menor contundencia que en días anteriores-: "Defenderé siempre lo que creo mejor para los valencianos".

En los últimos días se han publicado informaciones sobre la intención de la alcaldesa de situar a su concejal, Jorge Bellver, en la Secretaría General del partido en el congreso de dentro de unos meses. También se ha informado que Rus quiere pelear por elevar a Vicente Betoret, (no confundir con Rafael Betoret, condenado por los trajes), hasta el cargo que ostenta Antonio Clemente. Y en los últimos días los comentarios recalcan la posibilidad de que Barberá y Rus pacten un nombre para tener más fuerza en el partido. Fabra, de momento, no da pistas sobre sus intenciones.

Foto de familia

El presidente no va a entrar en una guerra en público. De hecho, este martes, un día después del dardo de Barberá, tuvo la oportunidad de contestar en una entrevista en Onda Cero pero prefirió centrarse en su discurso sobre la crisis. En la misma línea, el conseller de Gobernación, Serafín Castellano, lanzó un mensaje de alerta tras reunirse este jueves con Rus: "La sociedad no entendería que el PP entrara en disputas".

Con la que está cayendo, el nuevo castigo de Moody´s a la calificación de la Comunitat, Fabra no quiere desviarse de la cuestión económica. Sabe que cuenta con el aval de Rajoy para emprender las reformas necesarias en el Consell y en el partido. Mientras, a poca distancia del Palau de la Generalitat, Camps sigue escuchando las recriminaciones del juez Climent. ¿Podrá repetirse alguna vez la foto de junio de 2011? Difícil pero, en política, no hay nada imposible. Barberá dio el primer paso este jueves.
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