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Veinte años de desorientación estratégica del PSOE (1)

Veinte años de desorientación estratégica del PSOE (1)

martes 31 de enero de 2012, 07:59h
Mi buen amigo Fernando Jáuregui reflexionaba en estas páginas sobre la oposición que es posible esperar al Gobierno de Rajoy y afirma que, aunque nunca militó en el PSOE, es necesaria una oposición socialdemócrata en España y no parece que el PSOE esté cumpliendo esa tarea. Coincido con él en varios puntos, pero me diferencio en uno: yo sí he militado en el PSOE y sigo siendo socialdemócrata. En otras palabras, no se necesita ser neutro en términos partidarios para poder juzgar sobre lo que debería ser una oposición seria al Gobierno actual y concluir que eso no es lo que está haciendo ahora el PSOE.

Alguna otra columnista cree que el PSOE tiene una cita con la historia en el próximo Congreso porque considera que Rubalcaba y Chacón plantean propuestas bien distintas. Esta misma mañana, Pérez Rubalcaba desmentía esa suposición y afirmaba de forma tajante en los desayunos de TVE que "entre Carme Chacón y yo no hay muchas diferencias". Coincido plenamente con él y creo que en la elección entre ambos candidatos no se juega nada demasiado histórico. Otra cosa es, ciertamente, que sea histórico el paso en falso que significa este Congreso, completamente amañado por la Comisión Ejecutiva de Zapatero, que es quien redacta la ponencia congresual y determina el juego de candidatos, con un objetivo claro: evitar las críticas fuertes a la gestión del Gobierno de Zapatero y en general a la experiencia del zapaterismo en el PSOE.

Por eso creo que mi mejor contribución a la posibilidad de desentrañar el enredo que hoy resulta el vacilante caminar del PSOE en la presente coyuntura, consiste en señalar no sólo los efectos, sino las causas del proyecto político liderado por Zapatero. Aunque para ello sea necesario remontarse a la crisis del PSOE en el último Gobierno de Felipe González. En aquel entonces, nunca olvidaré las palabras de un conocido dirigente del socialismo madrileño, porque tuvieron un efecto en mis decisiones. "Enrique -me dijo- se ha llegado a un punto en que aquí ya no se avanza ni se retrocede, sólo se sube o se baja".

En efecto, había una crisis profunda en el PSOE de orientación y de credibilidad. Y como eso se nota siempre, el PSOE acabó perdiendo el gobierno. Es frente a esa crisis profunda de lo que entonces se denominaba el "felipismo", que una generación más joven se levanta en el Congreso del 2000. Y lo hace claramente con esas señas contestarías de identidad.

Ciertamente, hay que admitir que la crisis del felipismo se inscribe en la crisis general de la socialdemocracia ante el avance de la globalización. Sobre todo en la socialdemocracia europea no estaba nada claro como ofrecer una alternativa a la solución neoliberal a la crisis del modelo keynesiano. En ese contexto es que surge la tercera vía de Tony Blair. Sin embargo, esa perspectiva no se percibió como una renovación socialdemócrata, sino exactamente así: como una vía situada entre los conservadores y los socialdemócratas. Una vía que Blair consiguió decantar pronto, precisamente en el campo de la seguridad. Su alianza estrecha con Bush acabó hundiendo por completo su proyecto político.

Así las cosas, ¿de qué ideario actualizado surgiría la renovación de la socialdemocracia española? En el Congreso sucesorio se enfrentaron los continuadores del felipismo y la nueva generación contestaría de Zapatero, que acabaría ganando por un par de votos. Joaquín Leguina, que es uno de los pocos que ha llamado a las cosas por su nombre en los últimos tiempos, asegura que el PSOE se equivocó radicalmente eligiendo al entonces poco conceptual Rodríguez Zapatero. Todo parece indicar que fue así, pero la cuestión que no enfrenta Leguina abiertamente es la causa de esa equivocación; que a mi juicio reside en una enorme desorientación que embargaba al PSOE en esos momentos.

Desde luego, la circunstancial llegada de Zapatero al Gobierno no mejoró las cosas. Más bien dio inicio a una salida por la tangente que tiene poco que ver con lo que se necesitaba: una renovación socialdemócrata.  Un año después de su primera victoria electoral, en uno de mis viajes a Madrid, le pregunté a Leguina qué le parecía Zapatero en el Gobierno. Su respuesta fue de esas que le salen con especial sutileza: "Es un indocumentado con mucha suerte"; pero lo más importante fue lo que agregó: "Y yo deseo que mantenga esa suerte por mucho tiempo, porque si un día le abandona la suerte estando en el Gobierno, puede arrastrar este país a la catástrofe". ¡Qué bruto más bárbaro este Joaquín, como le atina algunas veces!

Ahora bien, teniendo claro que la desorientación del PSOE es bastante anterior al gobierno de Zapatero y que fue la causa de que pudiera surgir el zapaterismo, importa reflexionar sobre la naturaleza de ese proyecto político y sobre el efecto que ha producido en el PSOE, entre otras razones porque nada de eso podrá hacerse en el 38 Congreso. Así que sobre tal asunto voy a redactar algunas notas esta semana.
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