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La primacía del Parlamento

La primacía del Parlamento

lunes 06 de febrero de 2012, 11:39h
Esta semana se reanuda la vida política 'normal', si así podemos llamar a la existencia de un Gobierno consolidado, de una oposición que ha elegido a sus líderes y de una rutina parlamentaria que enfrentará este miércoles en la sesión de control al Gobierno al nuevo secretario general del PSOE y al aún flamante presidente del Ejecutivo. Estuve en el congreso socialista sevillano los tres días y, al final, mi interés radica mucho más en qué oposición harán Alfredo Pérez Rubalcaba y su equipo al poder absoluto del Partido Popular que en averiguar si se cierran o no, y cómo, las heridas internas en el PSOE, que tengo para mí que no son tan profundas ni tantas como algunos quieren.

Pienso que Rubalcaba intuye, o sabe, o tal vez hasta quiere, que su exigua victoria en el 38 congreso socialista no es definitiva, que algo tendrá que pasar a lo largo de esta Legislatura que configure de modo más definitivo la opción alternativa al PP. Así que lo interesante ahora es dialogar -pactar-las reformas clave que necesita la sociedad española, la mayoría de las cuales no están aún ni planteadas. Y eso que, hasta ahora, no puede decirse que el Gobierno de Rajoy haya estado inactivo: en mes y medio ha planteado, o está a punto de hacerlo, cosas importantes en lo que se refiere al ajuste financiero, a modificaciones en materia laboral, en medio ambiente y a cambios radicales en educación, en sanidad, en justicia, en cuestiones sociales y, desde luego, en materia impositiva. Es lo que desde el PSOE, sin duda simplificando mucho, han querido llamar 'contrarreforma' y hasta 'involución'.

Personalmente, creo que en la trayectoria de siete semanas del Ejecutivo del PP ha habido aciertos, algunos apresuramientos y ciertas cosas cuestionables: se han planteado algunos cambios que entiendo que no responden a necesidades de la ciudadanía, pero también se ha agarrado por los cuernos algún problema serio y, pese a los parches, pendiente, como la reforma de algunos aspectos del sistema financiero. Veremos esta misma semana en qué queda la reforma laboral, verdadero arquitrabe para, si se hace bien, frenar el desempleo y comenzar a generar puestos de trabajo.

Dijo Rubalcaba en el congreso de este fin de semana que el PSOE apoyará al Gobierno en lo que les parezca bien y lo combatirán en lo que les parezca mal. Para ello es precisa una oposición razonable, no una hostilidad permanente, y una labor en el Parlamento, que es donde debe hacerse la política, y mucho menos en los mítines o en actos callejeros. El país no está para incendios, ni para demagogias, ni para cortar relaciones con la Santa Sede, ni para replantearse -Rubalcaba dixit-colaboraciones que eran, y son "sensatas". Mal se entiende que lo que consideramos sensato -y el espíritu de pacto en grandes cuestiones lo es-se revise porque no nos gustan determinadas actitudes del Gobierno; lo sensato sería, más bien, mantener el acuerdo allá donde sea aconsejable y combatir lo que se considera pernicioso para la buena marcha de la nación, que de eso, entiendo, también hay algo.

El Parlamento es un foro de pensamiento y debate, un lugar que debería estar alejado de planteamientos mitineros en los que, en mi opinión, el PSOE no debería ahora caer. La normalidad ha de pasar por intensificar la labor de las cámaras legislativas, por no destruir por principio toda la labor de gobiernos pasados y por solucionar conjuntamente los grandes quebraderos de cabeza que nos aquejan a los españoles. El PSOE -y el PP-que yo quiero deberían mostrarse dialogantes, flexibles, ansiosos de solucionarnos los problemas, no de generárnoslos. Ahora, cuando, como digo, la vida política se normaliza, es cuando comprobaremos si, en efecto, el resultado del 38 congreso del PSOE ha sido o no bueno.


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