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Preocupación en el Gobierno por la pérdida de poder en el Banco Central Europeo

Preocupación en el Gobierno por la pérdida de poder en el Banco Central Europeo

martes 28 de febrero de 2012, 10:25h
Andan preocupados en el Gobierno, y no es para menos. Después de constatar el escaso peso de España en Bruselas, tras la negativa a flexibilizar las condiciones de cumplimiento del déficit público, ahora toca negociar al máximo nivel la renovación de José Manuel González Páramo al frente del Banco Central Europeo (BCE), donde España mantiene un puesto por su condición de cuarta economía del euro. El ministro de Economía Luis de Guindos ha propuesto a Antonio Sáinz de Vicuña, el director del Servicio Jurídico del BCE, para sustituir a Páramo. El actual representante español en el máximo órgano de gobierno del BCE, compuesto por seis personas, concluye su mandato el 31 de mayor. Aunque el Ejecutivo cuenta con el apoyo de Francia para seguir ocupando una de estas seis sillas, no está asegurada su permanencia.

En estos momentos, el consejo ejecutivo del BCE está compuesto por dos alemanes, Peter Praet y Jörg Asmussen, mientras el resto de sus componentes provienen de países del sur de Europa con un presidente italiano, Mario Draghi, un vicepresidente portugués, Vítor Constâncio, un francés, Benoît Couré, y González Páramo. Este desequilibrio, que además de geográfico tiene tintes ideológicos en la medida en que los países del norte son más próximos a las tesis de Berlín, podría dificultar las aspiraciones españolas de mantenerse en el consejo donde se toman las decisiones sobre los tipos de interés o el programa de compra de bonos del BCE.

Y para acabar de arregarlo, el Gobernador del Banco Central de Luxemburgo, Yves Mersch, se suma a la lista de candidatos, algo que no está nada mal visto por Alemania. Y los alemanes mandan mucho ahora en Europa. Mersch, de 62 años, ha sido el presidente del Banco Central de Luxemburgo desde mayo de 1988 y miembro del Consejo de Gobierno del organismo monetario europero desde el año siguiente a su creación.

Por tanto, los países más próximos a la ortodoxia de Alemania y a su prioridad de controlar la inflación -único mandato oficial del BCE- o mantener limitada la compra de bonos -lo que es perjudicial para los periféricos-, podrían acabar por imponer la entrada de algunos de los Estados que mantiene la AAA como Holanda, Luxemburgo o Finlandia, pese a que el tamaño de sus economías es inferior
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