Ya lo vimos la temporada pasada con
José Mourinho, cuando el portugués quiso expresar libremente su opinión para decir que los árbitros beneficiaban al Barça y perjudicaban a su Real Madrid. Este año, la verdad, el discurso ha cambiado y son los culés los que se ven maltratados por el gremio arbitral. En todo caso, este fin de semana se ha traspasado de nuevo la línea roja al prometer
Sánchez Arminio, presidente del Comité Técnico de Árbitros, que denunciará al azulgrana
Gerard Piqué por las declaraciones realizadas al término del partido liguero contra el Sporting de Gijón. El defensa catalán fue expulsado y dijo que el árbitro
Velasco Carballo le había premeditadamente: "En el descanso le dije al arbitro que era penalti a
Keita y él se la ha guardado. Tengo la sensación de que ha habido premeditación".
¿Qué tiene de malo decir eso? Si bien puede abrirse un debate sobre lo apropiado o no de que un futbolista de élite diga algo así, desde luego que no es equilibrada la reacción de la curia arbitral, que olvida cuando un jugador de un equipo modesto dice cosas similares o peores, pero que entiende que es más rentable mediáticamente iniciar cruzadas contra los más famosos. Se llamen Mourinho o se llamen Piqué...
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El Barça sufre ante los yogurines pero remonta y sigue en la lucha teórica por el título liguero (3-1)
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