viernes 16 de marzo de 2012, 11:48h
La sequía que
ha castigado a España durante meses, poniendo a las cuencas hidrológicas en
fase de alerta, ha provocado daños muy graves en la agricultura y en la
producción ganadera que es lo que nos faltaba en tiempos de crisis económica.
La Agencia Estatal de Meteorología del Estado tiene que remontarse a los años
cuarenta del pasado siglo para encontrar escasez de precipitaciones comparables
con datos registrados oficialmente. Esto no quiere decir que la sequía y la
necesidad de compensarla con una política hidráulica de aprovechamiento máximo
sea una cosa inaudita en España, país sin grandes caudales, con clima soleado y
con relieves dificultosos. Por ello los políticos conscientes han intentado
luchar con planes hidrológicos contra una escasez con la que hay que contar.
Entre otras
calamidades, el gobierno socialista de Zapatero cortó en seco -nunca mejor
dicho lo de seco- los proyectos y trasvases planeados por el gobierno de Aznar
sustituyéndolos por un disparatado programa de plantas desaladoras, "más agua y
más barata", que solo consiguió poca agua y cuatro veces más cara del coste
soportable por una agricultura competitiva. Es de esperar que el nuevo gobierno
del PP sea capaz de corregir aquel desaguisado y realizar una adecuada política
de presas y reservas.
Desgraciadamente
las tendencias insolidarias de territorios que consideran que es suya el agua
cuando discurre por sus tierras, aunque haya nacido en otras y vaya a verter
sus excedentes al mar, han sido estimuladas como propuestas electorales
locales, dejando de lado una razonable política de cuencas liberada de
demagogias de campanario. De todas maneras hay que comprender que los
prejuicios sembrados contra los planes hidráulicos han estado alimentados por
la inactividad en la construcción de embalses prometidos que debieran
complementar el sistema de mejor distribución de los recursos hídricos.
Parece como si
la presión en favor de la política hidráulica necesitase del musculo
autoritario para aplicarse y, de hecho, son producto de los regímenes de Primo
de Rivera y de Franco la mayor parte de las obras que han impedido que España
se convirtiese en una especie de secarral africano. Hoy da la impresión de que
la situación de alerta está haciendo revisar los prejuicios a los habitantes de
una península donde las sequías, aunque parezcan excepcionales, son
históricamente frecuentes y las lluvias nunca son sobradas. Hasta los técnicos
catalanes que, no hace mucho, se sumaban a la oposición a los trasvases junto a
alguna opinión aragonesa y contra Valencia y Murcia, parecen ahora sensibles a
las necesidades que siendo propias lo son del eje mediterráneo cuya prosperidad
de conjunto interesa a todos. Ojalá llegue la hora de que el eslogan "agua para
todos" deje de ser una consigna tecnocrática y se convierta en una aspiración
democrática de sentido común.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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