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Empieza a ser difícil creer

Empieza a ser difícil creer

viernes 16 de marzo de 2012, 19:56h
Desde que el gobierno del partido popular tomó el relevo al de los socialistas, hemos vivido cada viernes un calvario de recortes y ajustes del gasto público y, consecuentemente, de prestaciones que afortunadamente ni son generalizadas ni se basan en instrucciones precisas. Sencillamente, ocurren, pero su trascendencia no es general salvo en el caso de la educación. Y en este caso, más por la amenaza de lo que  pueda venir que por los hechos concretos. Entre tanto, en algunas Comunidades Autónomas comienza a hablarse sin tapujos del copago sanitario, de la reducción de interinos y sustitutos o del endurecimiento de las condiciones para acceder a prestaciones de asistencia social. Naturalmente hoy mismo la vicepresidenta del Gobierno ha negado que tales cuestiones estuvieran sobre la mesa del Consejo de Ministros, aunque no ha aclarado si estaban debajo.
 
           En un sentido bien distinto distintos ministros y ministras prometen inversiones en algunas infraestructuras  y en proyectos de relieve y alto coste, aunque sin llegar al faraonismo de los tiempos de Alvarez Cascos y ministros de fomento socialistas . Y si bien es cierto que se ha congelado en buena medida el acceso a la función pública, el pie forzado del déficit de las administraciones fijado por Europa en el 5,3% del PIB  ha despertado en todo aquél que tenga una cierta preocupación por nuestro futuro inmediato dudas razonables sobre el cumplimiento de promesas tales como la permanencia de los impuestos en su actual estado de gravamen, el mantenimiento del gasto social y el cumplimiento de las promesas electorales y poselectorales en cuanto a inversiones.

            Descartada la privatización de las grandes empresas públicas o la liquidación de  las participaciones accionariales en empresas privadas, porque la situación bursátil lo desaconseja totalmente - a diferencia de  lo que pudo hacer el primer gobierno de Aznar en 1996 - no se alcanza a comprender en que partidas se pueden  economizar los treinta y cinco mil millones de euros necesarios para cumplir en una medida aceptable las exigencias de estabilidad presupuestaria y un déficit asumible. Quizá Montoro fie en la campaña de persecución del fraude fiscal una recaudación extra de impuestos, pero con las normas tributarias en la mano y la escasez de medios personales, aparte de los innumerables medios para eludir la tributación, poco es lo que puede conseguirse.

            Ante esta situación y considerando que el gobierno de Rajoy ha venido dando pruebas de determinación y empuje, se hace más que difícil, imposible, creer que no se van a incrementar algunos impuestos indirectos, que se van a introducir nuevas tasas por el uso de servicios o ambas cosas a la vez.

            Estamos acostumbrados a la oscuridad y vaguedad del lenguaje político, y el actual presidente del gobierno es maestro en declaraciones de este tipo y en administrar silencios. Pero lo que está en juego ahora es de una trascendencia vital, que sobrepasa con mucho su influencia  en los resultados electorales de una comunidad autónoma como Andalucía. La sociedad española tiene un legítimo derecho a conocer las líneas básicas de las reformas y de las medidas que va a adoptar el gobierno en cuanto al recorte del gasto y al incremento de los ingresos, porque de su conocimiento se puede deducir la realización de inversiones o la creación de puestos de trabajo. La incertidumbre nunca es buena compañera de la economía, pero si se sospecha que la provoca la ocultación o el engaño, puede enajenar la comprensión y la confianza que hasta ahora han mostrado los afectados por la crisis económica.

            Y huele a engaño que en el Consejo de Ministros de hoy se presente como un gran paso en el saneamiento de nuestra economía la extinción de unas cuantas sociedades estatales sin apenas contenido ni coste 8 se dice de un ahorro de un millón de euros en dietas de consejeros) o unas fundaciones que, por su misma naturaleza jurídica, no deberían originar ningún gasto. También se acuerda vender algunas participaciones minoritarias en algunas sociedades, pero no se cuantifica cual va a ser el beneficio. Pero de los grandes números, nada de nada. Por eso lo que se va diciendo resulta tan difícil de creer.
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