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Hablando de constituciones...

domingo 18 de marzo de 2012, 10:29h
Cuando se conmemora el bicentenario de la Constitución de 1812 parece un buen momento para detenerse a reflexionar sobre la de 1978. Tengo para mí que, en este acelerón reformista que -laus Deo-les ha entrado a Mariano Rajoy y a su equipo, en algún momento no demasiado lejano tendrán que asumir que hay que ir más allá de lo que se plantea de aquí a abril: habrá que abrir ese melón de la reforma constitucional, consensuada y sin miedos. Porque otra cosa podría acabar suponiendo que nuestra ley fundamental quede desfasada y, peor aún, deje de cumplirse, que es lo que, en el fondo, ya ha ocurrido con el Estatut de Catalunya.
 
Es cierto que, como han señalado algunos observadores, en menos de tres meses el Gobierno del Partido Popular ha desmontado casi todo lo hecho en las dos legislaturas de Rodríguez Zapatero. Y ya veremos hasta dónde llegan los recortes y las transformaciones cuando, pasadas las elecciones andaluzas y asturianas, quede expedita durante tres años la dura senda de las modificaciones en pro de la austeridad y de una mayor racionalidad en el empleo de los recursos existentes. En ese sentido, pienso que no tiene excesiva trascendencia quién gane esas elecciones -en todo caso, las encuestas ya han mostrado sus preferencias, sobre todo en Andalucía--: lo significativo será lo que empiece a precipitarse a partir del día 26.
 
Mi atrevimiento no llega hasta arriesgarme a opinar hasta dónde debe llegar el nivel de los ajustes y cuánto han de afectar al estado de bienestar del que gozamos. Pero sí pienso que ha llegado el momento de acompañar los sacrificios económicos con una ampliación de los derechos democráticos de los españoles. Y con la adecuación de las leyes a la realidad política y social. En ese plano, cambiar determinados artículos -y títulos-de la Constitución, adaptando la normativa electoral y autonómica a las nuevas necesidades, podría resolver no pocos de los problemas que han surgido y, sobre todo, los que surgirán.
 
Creo que, además de modificar lo inservible procedente de la etapa anterior, el Gobierno de Rajoy tendrá que ejercer el poder con una mentalidad diferente, más abierta, acorde con los tiempos que se nos echan encima. Y sospecho que también la oposición, que anda claramente desnortada, habrá de modificar mucho en su actuación y en su pensamiento. Volar alto es la receta, el camino que trazaron aquellos 'padres' constitucionales en 1812. Y en 1978. Eran otros tiempos.
 
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