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Ante la huelga general

Ante la huelga general

jueves 22 de marzo de 2012, 12:31h
España está afrontando momentos decisivos que van a determinar su futuro a medio y largo plazo. Después de décadas de progreso generalizado y consolidación institucional, la crisis económica nos ha situado en la necesidad de afrontar un proceso de reformas estructurales para intentar salir cuanto antes de esta grave situación.
A estas alturas del siglo XXI ha quedado meridianamente claro que muchos de los esquemas que nos han servido a lo largo de las décadas recientes, han quedado superados por la nueva era en la que se encuentra el mundo. Desde luego, el ámbito que determina nuestra situación económica interna requiere una puesta al día evidente.

     Desde hace varios años he reclamado personalmente, haciéndome eco de lo que los empresarios madrileños venimos reiterando, la necesidad urgente de llevar a cabo profundísimas reformas estructurales porque se ha demostrado que nos hemos quedado anquilosados y fuera del círculo de los países de nuestro entorno a los que nos queremos parecer.

     Uno de esos cambios de modelo al que me refiero es, evidentemente, al económico. Son innumerables las ocasiones en las que se ha repetido que España ha vivido con una estructura económica basada en el ladrillo y la construcción. Como eso es de una evidencia palmaria, no hay más que decir. Pero sí hay que señalar que debemos encontrar cuanto antes el sector que sirva de motor.


Marco legislativo adecuado

     Pero tan importante como eso es adecuar el marco legislativo para que las empresas puedan moverse con una mayor flexibilidad y poder, al menos, pensar en ofrecer productos tan competitivos como los de la competencia extranjera. Y esa adecuación del marco legislativo empieza por disponer de unas leyes laborales que dejen a un lado ya por siempre la anacrónica legislación de que se disponía en España.

     Puede parecer sorprendente, pero los orígenes del marco laboral en el que empresarios y trabajadores nos hemos movido provenía del franquismo. A lo largo de las décadas, se han realizado mas de 30 reformas, pero siempre sin acabar de abordar a fondo un cambio imprescindible para los tiempos que corren. No se pueden entender las escandalosas cifras que paro en España sin tener presente las leyes laborales existentes hasta ahora. No quiero decir con ello que hayan sido las únicas causantes, ni mucho menos, pero sí han contribuido de manera decisivos a agravar el paro en nuestro país. Se puede decir de muchas maneras, pero yo voy a hacerlo desde mi condición de empresario que desde los 17 años se responsabilizó de parte de los negocios de su familia y que, por lo tanto, ha vivido y vive en primera persona los condicionantes de un marco laboral tan rígido como el español.
    
Si una pequeña o mediana empresa --el 95 por ciento de las empresas españolas lo son-- tenia que pensar en reestructuraciones de plantilla en un plan de saneamiento, en muchos casos se ha visto abocada al cierre por no poder hacer frente al tremendo coste que ello le supone si, como es frecuente, las plantillas son muy veteranas en la empresa.

Por eso, y por otros muchos elementos que contiene la reforma laboral que el Gobierno ha enviado a las cortes, los empresarios aplaudimos la decisión del Ejecutivo de adecuarnos en este terreno a los países que tienen mejores indices de ocupación que nosotros. Porque esta reforma lo que pretende es facilitar las contrataciones, que es lo que cualquier empresario desea: Contratar.

Ante esta modernización, las centrales sindicales se han opuesto frontalmente con la convocatoria de una huelga general, que yo considero inútil, muy costosa en términos económicos y de imagen para España, y que entorpece el camino de la salida de la crisis. Esperemos que la jornada se desarrolle con el respeto absoluto no solo a quienes quien ejercer un derecho constitucional como el de huelga, sino el también equiparable a éste, cono es el derecho al trabajo.

Quizás de la jornada de huelga del 29 de marzo extraigamos la conveniencia de reabrir un debate nunca substanciado como es el de la elaboración o no de una ley que regule el ejercicio de este derecho. No seria la primera vez.
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