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Ofuscación postelectoral

lunes 26 de marzo de 2012, 21:05h
El aluvión de análisis políticos y sociológicos sobre los resultados de las elecciones en Andalucía y Asturias, hacen innecesario repetir los argumentos de fondo utilizados en la casi totalidad de los comentarios: influencia de las duras reformas económicas impuestas por el gobierno de Rajoy en el sentido del voto, ambigüedad de muchos mensajes lanzados por el candidato popular en Andalucía, rechazo del electorado asturiano a una convocatoria de elecciones nada justificada, desconfianza en las promesas de creación de empleo, recelo sobre la lucha contra la corrupción que como saben bien los andaluces afecta tanto al partido popular como al socialista, aunque el asunto de los ERE haya puesto el punto de mira sobre estos últimos. Y si acudimos a las definiciones de los resultados, ya no encontramos análisis, sino exaltadas afirmaciones sectarias sobre victorias históricas o derrotas encubiertas, olvidando la sucia campaña desarrollada en Andalucía contra el candidato Griñán, no por su rival Javier Arenas que ha mantenido un comportamiento correcto, sino por algunos medios  de comunicación que han firmado descaradamente su filiación partidista y su malévola praxis informativa. Lo que resulta enigmático es, por dónde y sobre qué cuestiones continuarán su campaña de desprestigio.

De modo que vamos a dejar los resultados electorales en su realidad numérica, a la espera de las posibles soluciones de gobierno que, con seguridad aportarán nuevas dosis de entusiasmo para la resolución de los graves problemas de las respectivas comunidades y, por otra parte, alguna esperanza a unos electores que están mostrando una creciente desafección de la política y de los políticos.

Pero no se puede desconocer los resultados electorales y la influencia de las distintas circunstancias que han contribuido a los mismos. Suponer que las medidas de ajuste adoptadas por el gobierno han sido neutras para el proceso electoral, es negarse a ver la realidad, como ocurrió ya en la elecciones legislativas en las que algunos querían ver tan solo el rechazo a Rodríguez Zapatero y la entrega entusiasmada a las corrientes neoliberales. La economía real, la de los parados, la de las familias que han tenido que reducir su nivel de vida, la de quienes tienen que recurrir a empleos residuales de economía sumergida, o quienes ven peligrar su empleo: todos ellos y muchos más tuvieron y han asumido ahora un papel muy importante en los resultados electorales Quizá tan importante como para que el gobierno meditara si alguna de las reformas en marcha o en proyecto deberían orientarse en otro sentido. Porque la sociedad española había asumido la necesidad de unas drásticas reformas para restaurar nuestra economía, pero hasta el momento parece que sólo afectan a las clases medias y populares, sin apenas repercusión para los grandes poderes económicos. Afirmar como hace Rajoy que continuará con las reformas -al parecer sin cambios-, puede hacer más difícil y penosa su labor de gobierno. Hay una realidad social trágica que no se puede ignorar al amparo del  resultado de unas elecciones o de una huelga.
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