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12 de sus obras, en la Fundación Cajamurcia de Madrid

Francano, con su magia policromada, resucita la Maja desnuda de Goya en una nueva exposición

lunes 09 de abril de 2012, 10:18h
Dar vida a los grandes personajes pintados por los grandes/grandes pintores es misión (casi) imposible. Pero Francano ha logrado este milagro laico, como ha demostrado a lo largo de su aún corta carrera. Como podrá admirarse en su nueva muestra, esta vez en Madrid, que se inaugura este lunes en la sede de la Fundación Cajamurcia, en la que es la estrella una maja desnuda de Goya ¡a tamaño natural!
Un total de 12 de sus obras son las que conforman la exposición de este polifacético artista, Francisco José Cánovas 'Francano', que con sentido del humor explica que viene a la cátedra de Madrid "como los toreros en Las Ventas, a pasar el difícil examen de la cátedra buscando una virtual salida a hombros". Y lo hace con sus mejores armas: máxima calidad en sus sorprendentes esculturas: "el resultado de una búsqueda del ideal artístico y en la que modestamente he pretendido indagar en el secreto de los clásicos y ponerlos al alcance del visitante".

El artista, que ya tuvo un enorme éxito en su anterior muestra de la capital de España el año pasado, también como ahora dando vida tridimensional a algunas de las obras más representativas de Leonardo Da Vinci o Diego Velázquez. Fue en el Eurostars Madrid, y allí acogió esculturas como la Dama del Renacimiento y algunas de las más populares figuras del Siglo de Oro español, inmortalizadas por Velázquez.

Ahora, en la Fundación Cajamurcia, repiten algunas, y nos trae algunas de sus últimas creaciones, como La Dama del Armiño, hasta un total de doce, encabezadas por la mítica Maja Desnuda. La exposición se podrá disfrutar desde este lunes de Pascua hasta el 28 de abril, con horarios de visita, de lunes a viernes, de 11 a 14 y de 17 a 20.

La sicología de los personajes

'Francano' nació en Cartagena hace 35 años en un ambiente propicio que, a muy corta edad, le hará entrar en contacto con una de las manifestaciones más genuinas de la ciudad: la Semana Santa. La contemplación de las imágenes fue decisiva para que surgiera en él la necesidad de hacer de la escultura su medio de vida, dedicándose a ella desde los diecisiete años, sin más ayuda que la inquietud por "conocer y hacer, porque me considero autodidacta".

Pronto descubre a Salzillo, y estudia, comprende y asimila la obra del escultor murciano, extrayendo de ella el gusto por la anatomía, la proporción y el gesto contenido, el adecuado uso del color y, sobre todo, la captación psicológica de los personajes. A todo esto, él añade la vena expresiva, la libertad de interpretación, la influencia -en apariencia contradictoria- de otros artistas de variado perfil (Rodin, El Bosco, Gustavo Doré, Dalí, Velázquez, etc...), y el resultado son una serie de obras - repartidas por iglesias de toda España y en colecciones particulares- de fuerte impronta barroca, aunque imbuidas de un espíritu más actual.

Francano nos adentra en otra época con una maestría que evoca de manera sorprendente el saber hacer de dos grandes de la pintura. Sus esculturas nos ofrecen la posición privilegiada de testigo directo y confidente de cada uno de los famosos personajes que da Vinci y Velázquez un día hicieron eternos en nuestra memoria colectiva. Francano no sólo consigue dar volumen al espíritu de cada uno de estos personajes sino que recupera para la ocasión las técnicas de modelado y pigmentación propias de los contemporáneos de Leonardo da Vinci y Velázquez.

Francano es un artista al margen de modas. Es un creador de los que hoy casi no existen. Libre de tendencias y estilos cambiantes. Es un maestro que ha crecido con los grandes maestros. Sus manos han bebido de los mejores artistas para construir su propio estilo. Sus obras no dejan indiferentes. Tienen vida propia y atraen la mirada y el deseo de poseerlas.
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