La cobardía de las fuerzas políticas
miércoles 11 de abril de 2012, 08:06h
Bueno,
pues ya no es que intuyamos que estamos a pocos pasos del precipicio. Ahora es
que el vientecillo fresco que surge de la diferencia de altura nos sopla en la
cara. Y si evadimos mirar hacia abajo es simplemente para evitar el vértigo. Pisamos
el borde del precipicio y nuestros pies desprenden algunos guijarros que se
despeñan hacia el vacío. No es exageración. Dicho en términos económicos: la
prima de riesgo supera los 430 puntos, la bolsa se ha desplomado y el Estado
sólo tiene fondos para pagar sus cuentas hasta julio. Los mercados no se creen
que las autonomías sean capaces de cumplir con sus compromisos sobre el déficit
y Bruselas tampoco. En suma, si las cosas no mejoran, la intervención del país
estará lista en pocos meses.
Pues
bien, hemos llegado a esta situación y las fuerzas políticas españolas (incluyo
a las nacionalistas) recién comienzan a balbucear sobre la conveniencia de
alguna suerte de concierto nacional para evitar el desastre que toma forma ante
nuestros ojos. Hace unos dos años que algunas voces venimos señalando la
posibilidad de que lleguemos al borde del precipicio y de la necesidad de algún
tipo de pacto general para evitarlo. Hoy resulta una evidencia que las fuerzas
políticas, sobre todo las mayoritarias, se han resistido hace tiempo -y se
resisten todavía- a concretar ese pacto.
¿Cuál
es la causa última de esa resistencia al pacto nacional? Hemos desgranado
algunas razones al respecto (falta de sentido de Estado, ausencia de visión
estratégica, etc.), pero todas ellas juntas ya no me parecen suficientes. Ahora
creo que, tal como están las cosas, la evidencia es demasiada y la causa última
es una tremenda cobardía política: las fuerzas políticas no parecen dispuestas
a enfrentar el riesgo que significa perder influencia, imagen, poder interno,
para ir a un pacto que exigirá concesiones mutuas. Claro, la cuestión es que
esa cobardía podemos acabar pagándola entre todos, especialmente los
ciudadanos.
Ya
nos hemos referido a los problemas que tienen las fuerzas sociales para navegar
en esta tempestad. Ahora nos concentramos en las principales fuerzas políticas.
Empecemos por el caso más simple: Izquierda Unida. El hecho de que mucha gente
haya traducido su malestar social votando a favor de IU podría haber
incrementado el sentido de responsabilidad de esa fuerza política. Nada que
ver. Cayo Lara apuesta con todo al tremendismo y las ideas de "ni un paso
atrás" o "cuanto peor mejor" parece que será todo lo que puede esperarse de
Izquierda Unida. Algo que la convierte en un obstáculo, mucho más que un apoyo
a cualquier tipo de acuerdo de Estado para enfrentar la crisis.
En
el otro extremo del espectro político, el PP y su Gobierno no parecen estar en
disposición de aceptar que han llegado al Gobierno y a los primeros cien días
ya tienen que plantearse un pacto de Estado, que, desde luego, implica evidenciar
que no pueden sacarnos solos del atolladero. Y cuando digo solos no me estoy
refiriendo a su eslogan de campaña donde se referían al necesario apoyo de la
ciudadanía, sino a la necesidad de un acuerdo con los principales partidos de
la oposición. Rajoy argumenta que no se puede pactar con los socialistas,
porque ellos han sido los causantes de este desastre. ¿Y a quien le importa
ahora quién ha sido el culpable? ¿Es que estamos haciendo cuentas sobre quien
inició la crisis? Porque si fuera así, tendríamos que empezar la lista por
sectores del capital financiero, las autoridades europeas, el propio gobierno alemán
y un largo etcétera. No, ya no tenemos tiempo para todo eso. Ahora, cuando de
verdad estamos al borde del precipicio, ha llegado el momento de llamar a la
oposición a la Moncloa y alcanzar acuerdos perentorios. Seguir en la rigidez es
una muestra de cobardía política.
En
cuanto al PSOE, ya lo he repetido insistentemente: su debilidad actual le ha
impedido hacer otra cosa que dejarse arrastrar por el aumento de la tensión
social, para ver si recupera fuerzas. Si hubiera una verdadera fuerza política
socialdemócrata, hace tiempo (al menos desde la pasada campaña electoral) que
habría planteado un pacto de Estado, como un verdadero envite al Gobierno. Y
todavía podría hacerlo. Sin embargo, cuando ya es evidente que España puede
reventar socioeconómicamente, comienza a emitir declaraciones ambiguas sobre
que "nosotros queremos pactar pero el PP no se deja". ¿Es que nos perdimos
algo? ¿Pero cuándo el PSOE ha hecho una propuesta clara y abierta de pacto de
Estado? De nuevo, la dirección del PSOE insulta la inteligencia y cree que no
nos damos cuenta que sigue mareando la perdiz. Una propuesta de pacto de Estado
es algo que hay que colocar con claridad encima de la mesa y el único problema
es que hacer eso requiere de un coraje político que hoy el PSOE no tiene.
Por
último, insisto en que no hay que confundir un pacto (o pactos) de Estado con
un Gobierno de concentración. Rosa Diez, de UPyD, la única fuerza que está
teniendo el coraje de plantear un acuerdo nacional sin tapujos, no distingue
del todo esta diferencia. Un Gobierno de Concentración es un último recurso,
que tiene pros y muchos contras, para empezar el hecho de que desconoce la
voluntad popular expresada recientemente en las urnas. Por otro lado, no creo
que la cultura política del país de para tanto. Un pacto de Estado puede y debe
hacerse sin desdibujar los papeles de Gobierno y oposición en todos los
aspectos de la realidad política. Por cierto, en España ya tenemos
antecedentes: los pactos de la Moncloa no disminuyeron la responsabilidad del Gobierno
de Suárez para ejecutarlos. Un pacto de Estado no tiene que significar
obligadamente un Gobierno de Concentración. Pero me parece que esto es una
obviedad. No, el problema está en otra parte: en la cobardía de las fuerzas
políticas para plantearse en serio el pacto necesario.