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Sobre la utilidad de proponer pactos de Estado

Sobre la utilidad de proponer pactos de Estado

domingo 22 de abril de 2012, 09:27h
Se me ha solicitado que explique cómo llevar a la práctica pactos de Estado, especialmente cuando las partes no parecen muy interesadas en el asunto. Y que me detenga en examinarlo desde la perspectiva de la oposición: ¿Cómo es posible plantearle al Gobierno un pacto de Estado, cuando éste no está por la labor?

Ante todo, quiero confirmar mi percepción de que, en la actualidad, ninguna de las dos principales fuerzas políticas (PP en el Gobierno y PSOE en la oposición) tienen verdadera voluntad de acuerdo. Argumentan que es el otro el que se niega al consenso, pero eso es sólo una cortina de humo. El PP no quiere el acuerdo porque está convencido de que puede gobernar duramente en solitario, pese a su desgaste. El PSOE tampoco lo quiere, porque cree que, aunque hoy no consiga rentabilizar el desgaste del PP, al menos esta situación le concede un respiro.

El problema es que ambos siguen centrados en su propia situación y en la competencia entre ellos, mucho más que en la evolución de las condiciones del país. Algo que tiene raíces en las viejas tradiciones de la cultura política española. En Alemania, por ejemplo, las principales fuerzas políticas distinguen con claridad cuando es tiempo de competencia partidaria y cuando lo es de consenso general, siendo normal establecer pactos de legislatura e incluso gobiernos de coalición.

Es decir, mientras no tenga lugar un cambio en la cultura política, la única posibilidad de que aquí se den pactos de Estado es que sea mucho más patente la situación de emergencia, tanto en términos de catástrofe económica como de ingobernabilidad política. Claro, la cuestión es si cuando eso suceda no será ya demasiado tarde.

Detengámonos ahora en examinar este asunto desde la perspectiva de la oposición. Para evitar temores infundados, es necesario disolver la confusión frecuente de creer que un pacto de Estado supone un Gobierno de coalición. Sin necesidad de desgranar demasiado las distintas modalidades hay que decir que un pacto puede abarcar desde ser general y parlamentario hasta sectorial y específico, como lo es una determinada política de Estado (el caso de la política antiterrorista ha sido un buen ejemplo). Mi juicio es que ahora se necesita con urgencia una política de Estado para enfrentar la crisis económica y social.

Ahora bien, ¿tiene sentido proponer, por ejemplo, un pacto de Estado para una política sobre crecimiento y el empleo, cuando se prevé que el Gobierno va a responder negativamente? Yo estoy convencido de que sí lo tiene. Pero antes de explicar por qué, quisiera dejar claro que significa eso en realidad, porque es algo que nada tiene que ver con las vueltas y declaraciones ambiguas que está dado el PSOE al respecto.

Una propuesta de pacto de Estado (para una política concreta) debe documentarse colectivamente, formalizándose en un documento discutido al menos por la Ejecutiva del PSOE, y debe plantearse primero al interlocutor (el Gobierno) y si es necesario presentarse en el Parlamento y ante la opinión pública. Esa propuesta no necesita entrar en los detalles técnicos del pacto, pero sí en sus líneas maestras. Es decir, tiene más de declaración formal de intenciones que de concreción de lineamientos estratégicos, aunque necesita de ambas cosas.

Hacer esa propuesta, con la formalidad y rigurosidad del caso, tiene sentido incluso si se estima que el Gobierno la rechazaría, por varias razones. En primer lugar, porque clarificaría quien tiene verdadera voluntad de acuerdos y quien no la tiene. En el caso del PSOE por dos poderosas razones adicionales: la primera, porque significaría cambiar (para bien) una trayectoria procedente del zapaterismo caracterizada por la ausencia de sentido de Estado; la segunda, porque una propuesta así obliga a decir algo más que vaguedades sobre la necesaria política de austeridad. Pero además, porque colocaría al actual Gobierno del PP contra las cuerdas, liquidando su discurso de que tiene que adoptar soluciones unilaterales porque el PSOE no colabora en lo fundamental. Y, en todo caso, porque hacer una propuesta de pacto aumenta las probabilidades de que llegue a haberlo en algún momento; mientras que esa posibilidad se aleja si, como nos tememos, el PSOE se lanza de nuevo a la polarización política, algo en lo que lamentablemente sí parece que encontrará el acuerdo agradecido del PP. Lo dicho, hasta que el país aguante...
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