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Modas infames

XL

lunes 23 de abril de 2012, 08:57h
Desde que en  nuestros ya más que lejanos años mozos  en que  en Historia del Arte los profesores nos mostraban como cánones de belleza  las insuperables esculturas griegas de Fidias, Policleto, Praxíteles y Lisipo; más adelante,   el David de Miguel Ángel en el Renacimiento  o  la belleza de una Venus del Espejo velazqueña, de las Tres Gracias de Rubens, o las esculturas y pinturas del colombiano Botero, la gente de mi generación hemos pensado siempre que  la línea curva y el volumen nunca han estado reñidas con la belleza.
 
En estos últimos decenios, sin embargo,  la delgadez, incluso  en su grado extremo, ha ido sustituyendo  el canon  clásico del ideal de belleza entre  las generaciones más jóvenes hasta el punto  de   llegar a constituir, hoy en día, un verdadero problema social.
 
El papel de los medios de comunicación en  la subversión del modelo de belleza es innegable. Que las jovencitas -sobre todo ellas, pero no exclusivamente- quieran  parecerse a esas modelos  escuálidas que, a duras penas, pueden llegar a vestir una talla 36, en  gran medida  es producto    de la imagen que  proyecta la  TV que, como ya se sabe, hace ligeramente más  gruesas las figuras de  quienes aparecen en ella y, por otro lado, del  fotoshop que milagrosamente  es capaz de suprimir arrugas o reducir tallas  a voluntad de quien lo maneja.
 
 
Salud y arte

Afirmar que  son esas modelos esqueléticas que en los últimos años pueblan  las semanas de la moda de París, Nueva York, Roma, Madrid o Londres son las culpables de que  la anorexia y la bulimia sean hoy   enfermedades comunes en la sociedad de la abundancia, sería absolutamente falso y exagerado. Pero decir, sin embargo, que   su influencia en la  construcción de su autoimagen que  se hacen   los y  las jóvenes  cuando se ven delante de un espejo, no es para nada descabellado.
 
Volver a dar de nuevo la vuelta al calcetín  y conseguir que,  otra vez, los cánones  de belleza  del clasicismo se  vuelvan a imponer en el   buen gusto  colectivo es ya, no una sugerencia sino una verdadera necesidad. Lo que   cuestiono  es que sean únicamente las campañas de los ministerios de sanidad y salud  de los respectivos  paises quienes deban ser los abanderados  para  tan noble como necesaria causa. Más bien abogo porque sean las facultades de Bellas Artes  y el sentido común  y de supervivencia de la especie quienes abanderen esa  nueva cruzada del siglo XXI, si no queremos  que   la idiotez acabe   tanto con   la salud como con el buen gusto de nuestras más jóvenes generaciones.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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