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La España de la charanga, el acueducto y las manifas

La España de la charanga, el acueducto y las manifas

sábado 28 de abril de 2012, 12:13h
La semana que concluye ha estado llena de malas noticias, nacionales e internacionales, desde la nueva operación en la cadera del Rey hasta el anuncio por el ministro de Economía, Luis de Guindos, de la próxima subida del IVA (sin citarlo expresamente, claro). Pero la peor nueva, no por esperada menos mala, fue la constatación de que en España se sigue destruyendo empleo a un ritmo vertiginoso. Nunca peor dato ante el 1 de mayo, fiesta del trabajo, que las cifras de Población Activa que conocimos este viernes: ya superamos los cinco millones y medio de parados, en lo que ya es una auténtica tragedia. Y lo peor de todo es que nadie, desde las variadas recetas y fechas que se dan para ello, es capaz de generar la más mínima ilusión de que seremos capaces de remontar la situación a corto o incluso medio plazo: De Guindos nos habla ya de ¡2020! como fecha de comienzo de una cierta recuperación.
Abandonad, entonces, toda esperanza...

Tuve ocasión de discutir la cosa con Ignacio Fernández Toxo, el secretario general de Comisiones Obreras, un hombre que me parece inteligente y bienintencionado, que conoce mi respeto, aunque crítico, hacia los sindicatos: hay que replantearse el significado del 1 de mayo, le dije, lo mismo que el papel de las organizaciones de los trabajadores. Sustancialmente creo que estuvo de acuerdo conmigo. Pienso que el 1 de mayo es una conmemoración que deberíamos afrontar, los que tengamos la fortuna de poder hacerlo, trabajando, por aquello de la productividad. No en un día de asueto colectivo que a veces puede ser empleado como puente festivo o, como en el caso de Madrid este año, como acueducto, de manera que la semana próxima puede comenzar para los madrileños, laboralmente hablando, el jueves. Un ejemplo más de la España de charanga, feria y manifestaciones -como las de este domingo--, incapaz de adaptarse a las nuevas realidades. No será meramente incrementando los controles para evitar fraudes en el cobro del paro, ni endureciendo las condiciones para que los estudiantes puedan lograr una beca, ni siquiera subiendo los impuestos indirectos -lo que reducirá el consumo--como entraremos en la nueva era requerida para poner coto a esta sangría mortífera que, cada mes, arroja una nueva estremecedora cifra de personas lanzada a la desesperación de no tener nada que hacer y muy poco de lo que vivir. Quiero, como todos, un país que se caracterice por su alegría y por nada del mundo desearía que España la perdiera; por eso mismo pienso que esta nación, que está teniendo un comportamiento ejemplar ante una crisis que ha empobrecido sensiblemente a los ciudadanos, tiene que recuperar la ilusión de una acción colectiva. Los parches no generan ilusión, sino que van haciendo brotar, en contacto con la contundencia de las cifras negativas, un desánimo que todo lo impregna.

Pienso que el Gobierno de Mariano Rajoy, con las continuas duchas de agua fría que desmienten promesas anteriores, tiene su parte de culpa, pero no toda la culpa, en el nacional-pesimismo. Como la sin duda mala situación heredada tiene su parte de responsabilidad, pero no toda, en lo que nos sucede hoy a los españoles. O como la tiene una a mi juicio bastante equivocada estrategia europea para meter en cintura a todos, excepto a los alemanes y, algo, a los franceses. Y puede que nosotros mismos, los de la España de charanga, acueducto -"millones" de desplazamientos para festejar el puente certifican las dos españas, la de la desesperación y la que escapa-y  manifestación, también tengamos que darnos algunos golpes de pecho.

 No todo puede ser 'piove, porco Governo', porque en contra nuestra irá desgastar a un Ejecutivo que lleva apenas cuatro meses ejerciendo. Un tanto a trancas y barrancas, es cierto, pero que me parece que, aunque sin muchas ideas en la cabeza, hace lo que puede y le dejan hacer. Tampoco puede ser todo maldecir a la 'difícil situación heredada' porque mirar atrás es ahora inútil; también necesitamos una oposición que no esté tan desdibujada como la actual, porque lo peor que nos puede ocurrir es que nos quedemos con la sensación de que no hay recambios.

Duele, en esta España que, pese a todo, no renuncia al derecho a la jacaranda, la falta de ideas elevadas. La falta de generosidad para pactar. ¿Pues no es verdad acaso que, tanto en materia de lucha contra el terrorismo como a la hora del seguidismo en la torpeza de los mandatarios europeos, el PSOE hubiera hecho casi lo mismo que el PP, como el PP está haciendo algunas cosas que comenzó el PSOE?¿No es cierto que un gran pacto nacional que evite algunas torpezas alegraría muchos semblantes de los ciudadanos y les infundiría algo de esperanza? Porque qué quiere usted que le diga: el espectáculo actual de rebatiñas, miopías y egoísmos es tan apabullante que no me extraña que todo aquel que pueda -que, ay, está lejos de ser todos-se largue de puente, se eche a la calle para gritar en contra, se mande unos rebujitos en una feria. Ya no buscamos la alegría, sino el escape.



- Lea el blog de Fernando Jáuregui:

¿Nos podemos permitir estos puentes tan largos? El blog de Fernando Jáuregui - Cenáculos y mentideros
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