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Unos miran a París; yo prefiero mirar a Lorca

Unos miran a París; yo prefiero mirar a Lorca

domingo 06 de mayo de 2012, 12:10h
Me impresionó, y por eso titulo este comentario con ella, la frase de un político en activo con el que compartí un par de horas este fin de semana: "algunos miran exclusivamente a París, hacen cábalas sobre Europa; yo prefiero mirar esta semana a Lorca". La maltratada ciudad murciana revive estos días el terremoto que, hace un año, el 11 de mayo, mató a nueve personas, dejó heridas a más de trescientas, sin casa a casi cinco mil y con pérdidas milmillonarias a repartir entre todos los habitantes. Los lorquinos han tenido que aguardar un año, sin hacer oír protesta alguna y en medio de un clima de solidaridad ejemplar, a que las autoridades desbloqueasen las ayudas públicas comprometidas a los damnificados. Parece que esta misma semana, en la que el Gobierno de Mariano Rajoy sigue cuestionando tantas estructuras territoriales, los damnificados por el seísmo cobrarán, algo al menos.

Estuve en Lorca hace pocos días, comprobando por mí mismo, en vísperas de este primer aniversario de la catástrofe, los trabajos de reconstrucción de una ciudad en la que las huellas de la tragedia aún  perduran: templos cerrados, casas vacías por dentro y las marcas verdes, rojas o negras que perviven en muchas paredes de los edificios habitables, de los que habían de desalojarse por su peligrosidad y de los que iban a ser irremisiblemente derruidos. Ni un acto de pillaje en Lorca a lo largo de este año atroz, en el que tantas cosas han ocurrido en España, en Europa y en el mundo. NI una alteración del orden público reclamando esas ayudas que no llegaban. Muy pocas autoridades visitando la ciudad; y es que siempre había cosas más importantes que atender.

Quizá por eso, el político que fue mi interlocutor este fin de semana me dijo que él prefería mirar a Lorca antes que fijar exclusivamente su atención en lo que ocurra en Francia a partir de este lunes, en los reflejos de lo que pueda suceder en Europa o en cualquier otro tópico relacionado con la macropolítica y/o la macroeconomía. "En España nos ocupamos más de Siria que de Soria", me decía el diplomático Bernardino León cuando era jefe de la Secretaría General de Zapatero. Sospecho que estamos averiguado, todos, que acaso nos hayamos obsesionado demasiado con Europa, con los elogios tímidos y las exigencias descaradas que de Europa llegaban relativos a los recortes que aquí padecíamos. Y me parece que ahora está llegando el momento de ocuparse de las cosas de casa: de que los lorquinos cobren, de que las autonomías se armonicen y puedan llegar hasta el verano aunque sea a base de 'hispabonos', que es una intervención encubierta...Es posible, incluso, que los ciudadanos disfrutemos más frecuentemente de la presencia pública de un Mariano Rajoy parlante, una vez que dicen que ha entendido el mensaje de que hay que humanizar la política, sobre todo cuando vienen las duras y se alejan las maduras.

Y es que hace falta una nueva política, consistente en dar cariño a la ciudadanía. Compartí en Lorca una cena inolvidable con algunos emprendedores locales y con algunos miembros de la Corporación. Escuché quejas porque se sentían abandonados: a las víctimas de las tragedias se las olvida pronto, porque otras vienen a sustituirlas. También escuché, de quien podía emitirlas, protestas por la ineficacia de la superposición de administraciones -local, provincial, autonómica, central-a la hora de tomar decisiones en tiempos de crisis. Y tuve que oír la indignación provocada por los egoísmos de algunos políticos regionales, empeñados en salvarse ellos aunque fuese a costa de las indemnizaciones pendientes a quienes habían perdido su casa y su seguridad. Aquel relato de 'real-politik' me sonaba. Lo había escuchado en otras ciudades que no eran Lorca, donde los representantes públicos miraban más hacia los duelos entre Sarko y Hollande, o entre Obama y Clinton, o hacia las recomendaciones de Schäuble o Mario Draghi, que hacia los problemas tangibles de la población.

Dicen los británicos que la democracia es gobernar para todos y cada uno, uno por uno, de los ciudadanos. Como si cada uno de ellos, con sus problemas individuales, fuese la nación entera. No ha sido así, tradicionalmente, en Lorca. Ni en tantos otros puntos de España. Ni, ya que estamos, en el conjunto de este país nuestro, con cuarenta y cuatro millones de almas. De almas. Y caminando hacia los seis millones de parados, cuyos problemas me temo que nadie escucha con la suficiente atención.

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