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Ya comprendo por qué no habla más Rajoy...

Ya comprendo por qué no habla más Rajoy...

sábado 12 de mayo de 2012, 14:33h
Tengo una discrepancia radical con las estadísticas de La Moncloa, que dicen que Rajoy habla mucho con la prensa, y comparan sus cifras con las (también francamente pobres) de las comparecencias informativas de Zapatero. La verdad es que, digan lo que digan los medios monclovitas, entiendo que Rajoy habla poco; no me sirven sus encuentros con los chicos de la prensa cuando recibe a un mandatario extranjero, ni sus breves apariciones en las sesiones de control parlamentario. Me rechinan sus silencios cuando, exactamente dos años después de aquel viraje económico de Zapatero, el Consejo de Ministros decide la medida excepcional de nacionalizar en parte uno de los cuatro bancos más grandes del país.
 
De acuerdo, quizá había que hacerlo. Como tantas otras cosas sorprendentes por lo no anunciadas con el tiempo y el debate suficientes. Pero ya comprendo por qué no habla más Rajoy: es que, cuando lo hace, se arma la de San Quintín.
 
Tome usted, por ejemplo, el caso de la entrevista radiofónica del pasado lunes con Carlos Herrera. No son, como es obvio, demasiado frecuentes comparecencias de esta guisa; en ella el presidente del Gobierno, con buen tono pero con contenido algo errático, no dijo ni sí ni no -más bien dijo esto último-a la intervención de dinero público para salvar los bancos. Hubo quien quiso entender, pero desde luego Rajoy no lo dijo, que se estaba señalando a Bankia como entidad en dificultades...Y, a partir de ahí, en los dos días siguientes, se precipitaron las cosas, desde la salida de Rodrigo Rato de la presidencia de la entidad, que se anunció, con toda prisa, que sería nacionalizada en un 45 por ciento, hasta las pérdidas del banco en Bolsa, que ascendieron a casi un 14 por ciento. Cientos de millones de euros, más de medio millar, huyeron de los bolsillos de los accionistas en apenas cuarenta y ocho horas.
 
En resumen: todo se hizo mal. Una medida así se toma, lo han dicho todos, cuando los mercados de valores están cerrados, y con posibilidad de suspender la cotización del banco en cuestión. Máxime cuando se trata de la cuarta entidad bancaria del país. Imposible, pues, no pensar en que reinó la improvisación en la iniciativa gubernamental. Máxime cuando aseguran que el propio Rato va diciendo por ahí que fue el último en enterarse de su salida de aquella casa, decretada, parece, por su ex subordinado Luis de Guindos, el hombre cuyo rostro más ha aparecido en esta semana en las fotografías de la prensa. Y decretada, aseguran, después de que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, visitase Barcelona y dijese algunas cosas al oído de De Guindos y también al de Rajoy...
 
No producen precisamente seguridad jurídica estas cosas ni la produce tampoco la sensación de dependencia cuasi absoluta de los 'diktat' europeos. Cuando el hombre que tiene un mayor poder en la política nacional -aunque puede que este poder ahora no sea mucho-dice una cosa y luego se produce otra, el manto del descontento ciudadano se espesa. Y todo este 'affaire Bankia' se ha hecho mal, muy mal; desde la no fusión con la Caixa, asunto aún no del todo explicado, hasta la publicitación del sueldo inicialmente astronómico de Rato, un sueldo al que su sustituto, Goirigolzarri, debería, pienso, renunciar cuanto antes.
 
Pasando por cuantos episodios usted quiera, con el final de la precipitación de la destitución (que no renuncia, por lo que se sabe) de Rato, la nacionalización parcial, los silencios de quienes deberían dar muchas, pero muchas, explicaciones, etc. Y no olvidemos el bochornoso espectáculo de las responsabilidades: que si Rato es inocente y el gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordóñez, el único culpable; que si es al revés, toda la culpa del ex presidente de Bankia y ninguna de MAFO...En fin, la pelea estéril de siempre entre los voceros de las dos principales fuerzas políticas, una pelea que nada soluciona y mucho, en cambio, encona.
 
¿Cómo extrañarse, ante el comportamiento oficial de Gobierno, de oposición, de sindicatos -claro que todos estaban implicados en la entonces rentable gobernación de Bankia--, de que los indignados se lancen a la calle y acaben teniendo, sus gritos desordenados y algo caóticos, más eco que los silencios de quienes son nuestros legítimos representantes?
 
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Blog de Fernando Jáuregui - Cenáculos y mentideros
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