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¿De la Champions a la segunda división?

¿De la Champions a la segunda división?

lunes 14 de mayo de 2012, 09:55h
No, no estoy aludiendo al Villarreal, que ha hecho ese tránsito, desafortunadamente. Me refiero al sistema financiero español, que ha pasado -en palabras de Zapatero- de estar a nivel de Champions, a pelear hoy por alejarse de la zona de descenso en el contexto europeo.

Después de años de ocultación, renegando como poseídos cada vez que las agencias de calificación situaban a la banca española en lugares poco encumbrados, hoy el Gobierno ha enfrentado lo inevitable: reconocer que los fondos tóxicos que mantienen aún los grandes bancos les hacen poco confiables. Claro, tuvo que llegar la enésima auscultación, esta vez del Fondo Monetario Internacional, para sacar el problema a la luz. Pero finalmente emergió en toda su plenitud, obligando al Gobierno a realizar otro paso más en la senda de la reforma financiera.

La parte picante, por sus dimensiones políticas, es que, pese a todas sus promesas en contrario, Rajoy no ha tenido más remedio que utilizar dinero público para el salvamento. Es cierto que lo ha hecho en una medida limitada y con un tipo de interés del 10% y a un plazo de cinco años, pero no ha tenido más remedio que hacerlo, lo que implica mostrar los chingos a toda la Unión Europea. Y uno de los trapitos menos limpios ha sido el papel jugado por el Banco de España, que hasta ahora era poco menos que nuestro traje de dominguear. Un Banco que debe cuidar la buena salud del sistema financiero y que ha dejado que el problema continuara sin evidenciarse y resolverse. Claro, puede que el Gobernador del Banco de España apostara, como apostó el Gobierno -el pasado, sobre todo- hasta hoy, a que el tiempo iría resolviendo poco a poco la absorción de los fondos tóxicos. Pero ya estuvo claro que eso era una ilusión, que, lamentablemente, se vuelve hoy contra el propio Banco de España, cuyo desprestigio arrastra un segmento importante de la confiabilidad y la solvencia financieras del país.

Ahora, una vez rasgadas las presuntuosas vestiduras, la pregunta central es si las medidas adoptadas serán o no suficientes. La primera señal para saberlo procederá de la evaluación independiente de los activos, que el Gobierno ha encargado a dos firmas externas. Si sus resultados son alentadores habrá que seguir en la senda fijada por el Decreto Ley. En caso contrario, las medidas y el dinero público a insuflar tendrán que aumentar su dimensión. Porque lo que está en juego es demasiado importante: saber si los mercados y nuestros socios europeos superan sus dudas sobre el estado de nuestro sistema financiero. Ya que, en caso contrario, el camino hacia la unidad de cuidados intensivos quedará abierto. Que es otra forma de quedar intervenidos; es decir, aceptar que nos caímos a la segunda división.
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