Un cafelito en 'Casa Manolo'

Nos mostraban las fotografías ayer a un Mariano Rajoy distendido, entrando, acompañado del presidente del Congreso, Jesús Posada, a un viejo café situado frente a la Cámara Baja. El revuelo vino inmediatamente: periodistas, curiosos...No es frecuente en esta España nuestra toparse, así como así, con un personaje tan importante paseando por las calles, aunque solamente sean los escasos metros que separan la verja superprotegida del Parlamento del bar en cuestión.

Como los políticos de raza -y Rajoy, aunque pueda parecer a algunos lo contrario, lo es-no dan puntada sin hilo, me resultó obvio que el paseíto presidencial no era casual. Había que mostrar buena cara  ante la tempestad que rugía a no mucha distancia de allí, en la Bolsa, por ejemplo, y Don Mariano allá que se fue a recibir los achuchones de los periodistas que se agolparon de inmediato en su torno (porque debe usted saber, amable lector, que tampoco es que el presidente se prodigue con los chicos de la prensa. Ni en asistencias al Parlamento).

Así que dí en pensar en la inmensa separación de esa clase política, que dice representarnos, con respecto a nosotros mismos, los que habitualmente poblamos las aceras de las calles que algunos personajes raramente pisan -claro está que no hablo solamente de política; tampoco los presidentes de Bankia, pongamos por caso, lo hacen-.

Pensé también que sería bueno que esos personajes tuviesen más contacto con los viandantes. Porque me parece saludable que una mujer anónima y clienta de banca recién nacionalizada pueda acercarse al ministro de Hacienda -que es hombre, por cierto, bastante asequible-y, delante de las cámaras de vídeo, le suelte desesperada esa frase ya célebre: "mato a quien sea si me quitan mi dinero". Puede que esa declaración patética de una de esas personas a las que en los debates parlamentarios se llama 'señora María' haga meditar a algún gestor de esos que se llevan indemnizaciones millonarias, a algún político mientras aborda su coche con chofer. O no...que diría Rajoy.

En fin, me parece que sería muy conveniente que esos personajes a los que apenas vemos en la televisión, siempre sin un minuto que perder, siempre acudiendo ocupadísimos a sus reuniones de alto nivel, siempre agobiados por la última sevicia de Moody´s pongamos por caso, se paren ocasionalmente a tomar un cafelito en un bar cualquiera y escuchen. Y escuchen con atención, porque puede que algo aprendan de lo que ese pueblo magnífico pero inquieto, paciente pero que empieza a perder los estribos, tiene que decir.


[email protected]Blog de Fernando Jáuregui - Cenáculos y mentideros