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Un Estado solvente, como el que parece que queremos...

Un Estado solvente, como el que parece que queremos...

domingo 27 de mayo de 2012, 11:55h
Un Estado como el que creo que deseamos tiene que experimentar cambios drásticos ya en la manera de gobernarnos. Mariano Rajoy, sí, él y no otro, tiene que poner encima de la mesa la talla de estadista que yo sigo presumiéndole y responder, por la vía ejecutiva, a algunas de las muchas preguntas que me parece que nos estamos haciendo el conjunto de los españoles de a pie.
 
Por ejemplo: ¿Cómo que no habrá comisión de investigación acerca de lo que ha ocurrido en Bankia? ¿Cómo que los españoles tendremos que pagar cerca de quinientos euros cada uno para sanear el banco que gestionaron, cuando era Caja, entre todos, aunque unos más que otros?¿Cómo que no habrá un debate parlamentario sobre la situación económica en la que nos deja el último dislate de nuestros responsables político-económicos?¿Dónde está la intervención del Banco de España cuando 'nos han decidido' así, sin más, sin mayores debates, que tendremos que sacar casi veinte mil millones de las arcas del Estado después de que, en días anteriores, nos diesen otras cifras sensiblemente inferiores? Y ¿por qué no es el ministro de Economía quien lo anuncia, y sí el nuevo máximo dirigente de Bankia?
 
Un Estado que se precie no puede informar así, como quien no quiere la cosa y por boca del nuevo administrador -que ni siquiera ha tenido el gesto de renunciar a su sueldo--, de que se ha producido un socavón, que no un agujero, en el cuarto banco del país, que era la joya de la Corona, sin que se produzcan depuraciones de responsabilidades y, claro, dimisiones. La que debe presentar el gobernador del Banco de España, que aquí parece un convidado de piedra, es ya un clamor y hasta parece que el sucesor está ahí, aguardando a la puerta. El ministro de Economía no puede seguir revoloteando -cierto: acudió al Parlamento...antes de que Goirigolzarri nos informase de la cifra fatal--  de plaza en plaza sin sentarse con la oposición y ver cómo se arregla esto, con o sin intervención europea de los bancos españoles. Que, por cierto, escasa culpa tiene la mayoría de ellos ante lo que les puede venir encima por una deficiente gestión de lo público.
 
 Un Estado solvente no puede anunciar un día que tiene el sistema bancario más potente de Europa (lo que, generalmente, no deja de ser cierto, en mi opinión) y al siguiente poner en tela de juicio todo el entramado. Ni puede mantener el silencio de Gobierno y oposición cuando, en momentos tan graves, se entrevistan sus líderes, como hicieron Rajoy y Rubalcaba el viernes; digo yo que de algo más habrán tratado que de la renovación del Tribunal Constitucional y del defensor del pueblo. O así lo espero, al menos.
 
Un Estado democrático y ejemplar, como el que queremos, no puede ver desgastado en cuatro meses a un Gobierno que ganó por mayoría absoluta, no se puede sentir huérfano de oposición, ni saqueado por algunas instituciones que deberían ser ejemplares, con los ciudadanos despavoridos.
 
Un Estado como el que creo que los españoles queremos tiene que tener ya algunas sonadas dimisiones encima de la mesa  --sí, incluída la del presidente del Supremo--, exigir un acuerdo amplio entre Gobierno y oposiciones, mandar callar a algunos presidentes nacionalistas lenguaraces e imprudentes que hacen subir la prima de riesgo con sus tonterías. Y exigir un comportamiento coherente a algunos ministros, y me ahorro hacer la lista que se me pasa por la cabeza. Porque no nos interesa, en modo alguno, un desgaste más allá de lo razonable en un Gobierno 'recortador' pero que, en su conjunto, me parece que aún mantiene el sentido común. Quo vadis, España?
 
[email protected]Cenáculos y mentideros, blog de Fernando Jaúregui
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