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Sobran políticos y faltan gestores

Sobran políticos y faltan gestores

lunes 11 de junio de 2012, 16:01h
Desde hace cierto tiempo circula por internet un mensaje que desglosa el impresionante número de españoles que viven de la política. Según ese correo, en 2011 había 445.568 personas dedicadas a la política en España. 

Soy de los que suelen poner en cuarentena este tipo de noticias cuya fiabilidad siempre es cuestionable, pero si tenemos en cuenta los ministros, subsecretarios, directores generales y asimilados del Gobierno central y de las diecisiete autonomías, los diputados en Cortes, los senadores, los parlamentarios autonómicos, los alcaldes y concejales de los 8.109 municipios y los diputados provinciales, de las mancomunidades y los cabildos, la cifra no me parece muy exagerada. Según este e-mail, resulta que tenemos el doble número de políticos que Italia, el segundo del ranking europeo, que tenemos 300.000 políticos más que Alemania pese a tener la mitad de población y a que nuestra descentralización (Estado, Comunidades autónomas, provincias y municipios) es menor que la del país centroeuropeo (Estado, länders, regiones administrativas-distritos, mancomunidades y municipios). El caso es tan llamativo que, como ejemplo baste señalar que en España tenemos más políticos que médicos, policías y  bomberos juntos. Alucinante. No quiero hacer demagogia hablando de los sueldos de unos y otros, (que todos sabemos que no tienen punto de comparación) pero sí resaltar que mientras cualquier profesional necesita de una preparación docente, de unas habilidades o de unas oposiciones más o menos duras para acceder a un puesto de trabajo, a la gran mayoría de los políticos españoles sólo les basta con pertenecer a un partido e ir en unas listas electorales, sin que se les pida el mínimo curriculum que justifique su futuro puesto. Así, ocurren casos tan sangrantes como los de algunos/as ministros/as o consejeros/as cuya ignorancia e incompetecia raya en la vergüenza ajena. Todos tenemos la imagen de algunos nombres recientes en nuestra memoria. ¿Verdad Leire Pajín? ¿verdad Bibiana Aido?

Todo estos viene a cuento sobre la propuesta realizada hace unos días por la presienta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y secundada por el líder andaluz del PP, Javier Arenas, de reducir el número de diputados en las Cámaras autonómicas y que ha sido recibida con el rechazo más absoluto  y la indignación por parte de la oposición. Es lo que tiene a veces el ser políticamente  incorrecto, que uno conecta con el senir generalizado de la mayoría de los ciudadanos, pero choca con quienes manejan la opinión pública. Que Javier Arenas diga a estas alturas que hay que recortar mucho más de los que se ha atrevido a hacer Pepe Griñán la tupida tela de araña provincial del Gobierno andaluz o que habría que reducir el actual número de diputados en la Cámara andaluza (109) choca de frente con las aspiraciones del socio de Gobierno de Griñán, el vicepresidente del Ejecutivo andaluz y coordinador general de IULV-CA, Diego Valderas, cuyas aspiraciones son las de aumentar el número de parlamentarios hasta 150 para así conseguir una mayor representación y pder "colocar" a todos los "camaradas" que se han quedado fuera de los ayuntamientos y de las diputaciones en las últimas citas electorales. ´Como dice el dicho, "éramos pocos, y parió la abuela". De todas formas, una cosa de predicar y otra dar trigo. Y por más que digan, no creo que nadie esté dispuesto a modificar las actuales leyes electorales para modificar el número de diputados ni en Madrid ni en las diferentes capitales autonómicas, por mucho que sea un clamor popuolar lo del excesivo número de políticos que conforman el panorama público español. Al fin y al cabo, ellos se lo guisan y ellos se lo comen, y nosotros permanecemos como espectadores impasibles de un teatro en el que se dlapidan anualmente millones de euros de nuestros bolsillos. ¿Llegaremos algún día a tener la suficiente fuerza como para poder cambiar algo en esta democracia reconvertida en partitocracia?

Dejo para el final algo que todos los que estamos en el ajo de la política andaluza esperábamos que sucediera antes o después, la retirada de Javier Arenas de la Presidencia regional del PP-A. Era algo cantado. Desde las elecciones del 25-M, Arenas había dado un paso atrás y había comenzado a hacer relevos importantes en la cúpula del partido. Desde entonces no había comparecido en rueda de prensa ni una sola vez en Sevilla y aunque muchos pensáramos que iba a aguantar en el puesto hasta septiembre, algo ha debido ocurrir para precipitar su salida en julio. Habrá que estar atentos, ahora, a los movimientos de algunas provincias para hacerse con puestos clave en la dirección del partido. Porque todo parece indicar que será el alcalde de Sevilla y presidente de la FEMP, Juan Ignacio Zoido, quien tiene el mayor número de papeletas para hacerse con la sucesión del carismático líder que llevó a cabo la modernización del PP andaluz y logró, pese a no poder hacerse con la Presidencia de la Junta, la primera victoria de los populares en Andalucía tras más de treinta años de absoluta hegemonía socialista. Muchos deberían de tenerlo en cuenta cuando, ahora, intenten hacer leña del árbol caído buscando su propia promoción interna. Quizás sea el tiempo quien coloque a Javier Arenas, con sus aciertos y con sus errores, en el lugar que se merece en el panorama político andaluz cuando otros tomen el relevo. Quizás sea necesaria su retirada para valorar en sus justos términos su trayectoria vital y su ingente trabajo por la tierra que le vio nacer. 
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