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Bien desde dentro, mal desde fuera

Bien desde dentro, mal desde fuera

jueves 14 de junio de 2012, 11:56h
Tengo que confesar que desde que se conoció el pasado sábado la noticia del rescate a la banca española, me ha parecido muy difícil adoptar una opinión concluyente sobre la naturaleza positiva o no de tal decisión. En un inicio, visto el asunto desde una perspectiva interna me pareció que el Gobierno de Rajoy había marcado un gol de media cancha en Bruselas. Las declaraciones del Comisario Joaquín Almunia también eran bastante tranquilizadoras: era la opción más favorable, sólo afectará al sector bancario y no al conjunto de la economía española,  etc. Por cierto, otra señal positiva era el enorme descoloque de la izquierda ese fin de semana ante el rescate bancario. De nuevo se evidenciaba la desafortunada tendencia a devanarse los sesos para encontrar una lectura negativa del hecho sólo porque procedía del Gobierno del PP.

Pero como la crisis ya nos tiene escaldados y la prueba de la verdad se evidenciaría muy pronto (el lunes, en cuanto se abrieran los mercados), preferí no anticipar opinión sobre la materia. Pues bien, llegó la ducha fría del lunes y así ha seguido el martes y el miércoles. Y a estas alturas ya me parece que se puede sacar una conclusión en firme: el rescate externo de la banca española es bueno visto desde una perspectiva interna, pero está siendo valorado muy negativamente desde el exterior.

En efecto, desde dentro tiene razón el Presidente de Gobierno cuando afirma que hubiera sido muy difícil tapar el agujero bancario con fondos públicos españoles, y muy ruinoso conseguir préstamos en el mercado mundial de capitales. Un préstamo barato desde Bruselas es, como dice Almunia, "si no la mejor, la menos mala de las soluciones". De hecho, podía entenderse como un rescate parcial que evitaba un rescate nacional al estilo de Grecia, Irlanda y Portugal. No por casualidad todos estos países han protestado enérgicamente por lo que consideran un trato de favor para el caso español. En suma, una buena operación para Rajoy y para España.

Sin embargo, vistas las cosas desde fuera la jugada no se aprecia tan brillante. Ante todo, evidencia que el orgulloso Gobierno español no ha podido mantener su tesis de que el país era lo suficientemente competente como salir de sus dificultades por medios propios. En particular, ha salido finalmente a la luz que el sector bancario español tenía en su buche demasiados ladrillos sin deglutir, algo que ya había sido el objetivo del dedo inquisidor de los mercados desde hacía tiempo. Lo cual es interpretado fuera como que las autoridades españolas no son enteramente confiables en cuanto a la verdadera dimensión de los problemas de su sistema bancario. Es decir, si lo que tranquiliza a los mercados externos es la confianza, al menos a corto y medio plazo, no hay duda de que el rescate a la banca española significa un incremento de la desconfianza en esos mismos plazos.

Así las cosas, puede afirmarse que la pelota todavía sigue rodando en el tejado y que es condenadamente difícil saber sobre qué lado va a caer. Si los mercados se calman un poco, sobre todo después de las elecciones griegas el próximo domingo, entonces el rescate europeo a la banca española acabará siendo un verdadero golazo que nos habrá alejado de un rescate integral. Pero si los mercados siguen nerviosos (sobre todo si las elecciones griegas se desparraman) y continúan castigando a España como lo están haciendo hasta ahora, el rescate bancario habrá tenido un efecto perverso, o dicho en palabras técnicas del Comisario Almunia: "habremos hecho un pan como unas tortas" (o como unas hostias, que a lo mejor es lo que quiso decir). Y lo peor de este asunto es que la completa claridad al respecto no llegará ni mañana ni pasado, sino dentro de alguna que otra semana, como muy pronto. Mientras tanto, a devorar angustia colegas.
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