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¿Preparados para lo peor? Sí, pero también para seguir agonía

¿Preparados para lo peor? Sí, pero también para seguir agonía

sábado 16 de junio de 2012, 10:45h
Que la Unión Europea se la juega estos días, no es un secreto. Corren ríos de tinta sobre los peores escenarios. Imágenes de catástrofe, corralitos y pánico generalizado que acaban con el euro, la Unión europea e incluso con el mundo tal y como lo conocemos hoy día. Sin embargo, lo cierto es que las instituciones europeas y los Estados miembros se han preparado para esas posibilidades de infarto, pero también para la más que probable continuación de la agonía financiera.
La baza más importante con la que cuenta la zona euro sigue siendo el Banco Central Europeo, que aunque lleva trece semanas impasible ante la presión de los mercados, ha dado signos de que está dispuesto a intervenir cuando sea necesario en el caso de aumento de la tensión crezca en los próximos días.  En contra de lo que aseguran los catastrofistas, una victoria del partido de izquierdas Siryza, que ha rechazado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la UE a cambio del rescate, no significa automáticamente la implosión del euro. De hecho, esta formación ha advertido de que su objetivo es seguir en la moneda única, pero renegociar el memorándum de entendimiento que ha llevado a los recortes draconianos y a poner al límite de la paciencia a los ciudadanos griegos.
 
 Además,  los próximos 28 y 29 de junio los jefes de Estado y de Gobierno tienen la oportunidad de dar un revolcón a los agoreros. Los presidentes del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi; de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; y del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, deben presentar a los Veintisiete las bases y un método de trabajo que permita reforzar la integración entre las economías del euro y ponga fin a los desequilibrios macroeconómicos que están minando la unión en los últimos años.

La mutualización de la deuda y la emisión de eurobonos, que hasta ahora han sido rechazados por Alemania, junto a la coordinación de las políticas fiscales, una supervisión bancaria más integrada y la puesta en marcha de un sistema común de garantías de depósitos, podrían quedar marcados como obligaciones para los próximos meses, calmando así la aversión al riesgo de los mercados. La tasa a las transacciones financieras o el uso del fondo de rescate comunitario para recapitalizar los bancos se añadiría además a la reforma del Banco Central Europeo, para darle una nueva capacidad de reacción al estilo del poder que dispone la Reserva Federal de Estados Unidos y no sólo para controlar la inflación.

Si todo ello viene acompañado de un verdadero plan para el crecimiento, que incluya proyectos de inversiones para el fomento del empleo,  la agonía podría todavía demorar.
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