Grecia gana tiempo pero no soluciones

La victoria en las elecciones legislativas del 17 de junio de la formación hermana del Partido Popular en Grecia, la Nueva Democracia de Antonis Samaras, permite al país ganar tiempo en la aplicación de las reformas y los ajustes impuestos por la troika comunitaria a cambio del rescate. Sin embargo, nada parece indicar que se han encontrado soluciones para sus problemas. 

El mismo día de las elecciones a nadie parecían sorprenderle las declaraciones del ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwele, respecto a que la Unión Europea estaría dispuesta a hablar del calendario de cumplimiento del Memorandum de entendimiento, en cuanto haya un gobierno en Atenas. Al día siguiente, en Bruselas, fuentes de la Comisión barajaban una moratoria de dos años. Las conversaciones ya están en marcha y esta misma semana, que se celebra un Eurogrupo en Luxemburgo, Grecia podría ver aplazado su sufrimiento y las draconianas condiciones del rescate.

Pero, ¿por qué llegar al borde del precipicio para finalmente hacer lo que todo el mundo consideraba desde hace meses como lo más sensato? El Viejo continente está dando muestras de extenuación económica pero también de incapacidad de adaptación a los nuevos escenarios. Que los tiempos para la toma de los Veintisiete son más largos que para el resto de potencias, no es un secreto, pero ser incapaces de aceptar nuestros propios errores está llevando al precipicio a la Unión.

Por este motivo, Grecia no sólo debería ganar tiempo para aplicar el programa de reformas, sino contar con unos socios capaces de dar soluciones, las cuales en una economía estancada pasan sin remedio por un programa de estímulos económicos. El nuevo presidente francés, François Hollande, vendrá precisamente a Bruselas a finales de mes con una oferta de 120.000 millones de euros para infraestructuras y proyectos transnacionales que podría ser aceptada. Pero como diría el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, Europa siempre llega tarde y hace demasiado poco.