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Los fondos especulativos ya apuestan contra Alemania

¿Qué ha pasado en la cumbre del G-20?: Obama tiene su propio plan frente al euro

¿Qué ha pasado en la cumbre del G-20?: Obama tiene su propio plan frente al euro

miércoles 20 de junio de 2012, 10:56h
A Estados Unidos no le interesa un euro débil y que no compren sus productos, al menos en lo que respecta a su industria, es decir a los intercambios comerciales. Con una tasa de paro del 8,2% y unas elecciones en las que se cuestiona más que nunca el liderazgo del presidente Obama, este se ha presentado en la cumbre del G-20 como el líder mundial del impulso económico mundial. Pero tiene un enemigo en casa: sus grandes fondos de inversión o hedge funds, que están jugando ya contra Alemania.

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Según fuentes financieras los fondos de cobertura creen que la situación es insostenible y los problemas de los bancos españoles "acabarán forzando un rescate del Gobierno español y por lo tanto pondrán en riesgo la rentabilidad del bono alemán".

En mayo, el Gobierno estadounidense revisó a la baja la tasa de crecimiento económico del primer trimestre del año, de 2,2% al 1,9%, y el desempleo se elevó por primera vez en once meses, una décima, hasta el 8,2%. Estos datos, que contrastan con la progresiva aunque muy débil recuperación económica en marcha, han motivado que algunos miembros de la Reserva Federal Estadounidense (Fed) hayan vuelto considerar la aplicación de más medidas de estímulo, entre las que se baraja la prolongación de la Operación Twist: se trata de una iniciativa que adoptó en septiembre de 2011 para intentar mantener baja la rentabilidad de la deuda pública a largo plazo, mediante la compra de bonos con una vida comprendida entre los seis y los treinta años y la venta, en paralelo, de títulos a tres años o menos.

Este programa, dotado con 400.000 millones de dólares, caduca a finales de junio, con lo que Bernanke podría optar por alargarlo con el fin de que los rendimientos continúen bajo mínimos. Y lo están, porque en estos momentos la rentabilidad de los bonos a 10 años se encuentra en el 1,6%, con lo que se mueve en los niveles más bajos de la historia. Los analistas consideran que la Fed aún cuenta con 180.000 millones de dólares en bonos a corto plazo que podría utilizar para prorrogar esta iniciativa.

Con este panorama en casa, no es de extrañar que Obama haya presionado, y lo seguirá haciendo, a los líderes europeos para encontrar ya una solución a Europa como mercado único con la moneda diseñada para ello: el euro. Pero en este entramado juegan un papel distorsionador los hedge funds, los famosos fondos de inversión culpables de la salvaje especulación financiera. Estos fondos están abiertos sólo a un número limitado de inversores y requieren una altísima inversión inicial. Basan sus inversiones en estrategias de alto riesgo llamadas "cortocircuitos", en las que se apuesta que determinado valor va a disminuir o es menos seguro. Y ahora juegan ya contra Alemania.

Y no es la primera vez que atacan al euro. Los responsables de las principales entidades de ese tipo, como SAC Capital Advisors o Soros Fund Management, de George Soros, se reunieron según publicaba hace unos días el diario Wall Street Journal, a principios de febrero del 2012 en Nueva York para abordar una postura común en contra del euro. Al parecer, los inversores se mostraron confiados en que la divisa europea podría caer hasta conseguir la paridad con el dólar.Ahora Brevan Howard, propietario del mayor hedge fund del mundo afirmaba que «los problemas de liquidez de la zona euro siguen sin resolverse. John Paulson conocido como el 'gurú de los activos tóxicos' apostaba a su vez a que "el problema de Europa ya no está sólo en la periferia, sino en el centro".


Plan para salvar el euro

Pero con ciertas garantías de estímulos económicos en la propia casa por parte de la Fed, Barack Obama ha recibido de los líderes europeos garantías de que en los próximos días, probablemente en el próximo Consejo Europeo, anunciarán un plan global para atajar la crisis del euro que incluye medidas para la unificación fiscal y otras de estímulo al crecimiento económico, según se desprende de las declaraciones efectuadas por altos funcionarios norteamericanos en Los Cabos. El presidente norteamericano, de acuerdo a esas fuentes, escuchó detalles precisos de ese plan, que considera suficientemente vigoroso como para devolver de inmediato la tranquilidad a los mercados. Por razones de política doméstica, Obama está empujando desesperadamente a favor de ese compromiso, hasta el punto de aparecer excesivamente intervencionista. Algunos delegados europeos, empezando por el propio presidente de la Comisión, Jose Manuel Durao Barroso, han advertido en público que no vinieron a Los Cabos a "escuchar lecciones de nadie sobre como manejar la economía europea". La Casa Blanca hizo este martes un esfuerzo por aclarar que la actividad de Obama en este G-20 no ha tenido el propósito de sustituir un proceso de decisión que le corresponde a los europeos.

Altos funcionarios estadounidenses han explicado que, en el curso de esas reuniones, los líderes europeos han prometido actuar en tres frentes simultáneamente: el diseño de un camino para la unión fiscal como complemento a la unión monetaria, el apoyo específico a los países más amenazados, como España e Italia, y la adopción de un proyecto de inversión para revitalizar la actividad económica y crear empleo.

Tal como explicó un alto funcionario norteamericano tras el encuentro de Obama con los europeos, "Alemania y el resto de los países europeos representados aquí entienden cómo de severo, cómo de serio es el reto en estos momentos, y saben que van a tener que hacer más". "Lo que están haciendo", añadió, "es desarrollar los elementos de una estrategia eficaz, y para que esa estrategia funcione, tiene que tener dos piezas centrales: crecimiento a corto plazo y medidas de austeridad a largo plazo".

La canciller alemana, Angela Merkel, ha demostrado con creces ser una persona capaz de resistir las presiones, y no hay ninguna garantía de que no lo siga haciendo aún por mucho tiempo. Pero en esta cumbre del G-20, la canciller alemana ha conocido una clase de presiones diferente a las habituales: las de las economías que deciden el rumbo del mundo y que ahora se ven amenazadas por la recesión.Esa presión ha estado capitaneada por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pero no solo. Obama lleva haciendo eso desde hace tiempo, y tuvo ya un cara a cara con Merkel en Camp David durante la reciente cumbre del G-8. La diferencia esta vez es que el presidente norteamericano hablaba también por otros líderes mundiales, como los de India, Brasil, incluso China, que comparten su urgencia por la solución de los problemas en Europa.

Las repercusiones de la crisis del euro era el primer tema de la agenda de la reunión que Obama celebraba con el presidente chino, Hu Jintao, y lo fue también de la que sostuvo el lunes con el presidente de México, Felipe Calderón, anfitrión de la cumbre de países desarrollados y emergentes. El propio Calderón le pidió personalmente a Merkel "una solución efectiva que aliente el crecimiento fuerte, sostenido y equilibrado de la economía global".

Merkel está acostumbrada a lidiar con las quejas de franceses, italianos, españoles y griegos, que, en última instancia, son manejables en el contexto de la opinión pública alemana. Pero tener sobre sus espaldas el destino de la economía mundial puede ser una carga demasiado pesada, incluso para Merkel.

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