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Es la hora de Rubalcaba

Es la hora de Rubalcaba

domingo 24 de junio de 2012, 12:14h
La oposición, en circunstancias como las que está viviendo España,
como las que está atravesando toda Europa, es pieza fundamental. Casi
tanto como el Gobierno. Se equivocó la oposición en Grecia, se
equivocó en Italia y, al final, ya hemos visto el tremendo descalabro
que la política y los políticos han sufrido en esos dos países, sin
mencionar, claro, los nefastos efectos en la economía. Pienso que
tampoco en España ha funcionado bien, como sí lo ha hecho en Alemania
y Francia, o en Gran Bretaña, el mecanismo de la relación entre
Gobierno y oposición, que no tiene por qué ser perpetuamente de guerra
abierta. Y aquí -casi estoy por descartar un movimiento importante en
este sentido de Rajoy- es donde entra la personalidad nunca fácilmente
definible de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Desde la distancia -él mismo parece procurar alejarse de un contacto
público, que acaso no privado, con los medios y con la sociedad--, me
parece que Rubalcaba está experimentando un importante cambio en su
ADN político. Tiende más la mano al Ejecutivo de Rajoy, con quien
dicen que habla con cierta frecuencia, y no precisamente en términos
de absoluta hostilidad. Apoya de manera inequívoca la reforma
financiera; calla cuando este lunes el ministro Guindos va a
solicitar, sin darnos demasiadas explicaciones, a las instancias
europeas el 'rescate' -sí, rescate-a una parte de la banca española;
respalda al presidente el Gobierno de su país cuando, esta semana,
acuda a un Consejo Europeo especialmente importante, dicen, aunque
vaya usted a saber qué saldrá al final del guirigay que agita a la
Unión Europea.

Es decir, parece que Rubalcaba limita la acción de una oposición 'pura
y dura' a lo esencial -la reforma laboral, ciertas actitudes
insostenibles de algún ministro, la negativa a celebrar ahora el
debate del estado de la nación--, pero se siente desautorizado para
extender esta actitud a todos los campos. Y no me extraña, porque
algunas de las cosas que ahora nos ocurren vienen de la época en la
que el desaparecido Zapatero gestionaba de modo manirroto, aunque
puede que con la mejor voluntad, los fondos públicos, y Rubalcaba era
nada menos que su vicepresidente. No puede quejarse mucho el
secretario general del PSOE de que Rajoy, que sin duda se equivoca en
eso, no le informe de mucho, porque tampoco es que Zapatero fuese un
prodigio de confidencias en el oído del entonces jefe de la oposición,
Mariano Rajoy.

Creo, porque así me lo dicen personas que saben, que Rubalcaba estaría
ahora dispuesto a llegar más allá en un pacto con el Gobierno
conservador español. Lo que ocurre es que Rajoy sigue aferrándose, y
aquí pienso que también yerra, a su mayoría absoluta y pensando que
todo lo hace bien, digan lo que digan las encuestas, mientras
sobrevuela el mundo mundial; otros presidentes padecieron, antes que
él, el 'síndrome del líder supranacional'. Ya aterrizará.

Y sucede igualmente que da la impresión de que una parte del PSOE
tampoco aceptaría fácilmente una 'entente' entre populares y
socialistas; a Rubalcaba, es un clamor, ya le ponen la proa algunos de
los recién llegados a las secretarías generales regionales, para no
hablar del enconamiento de las divergencias con los 'chaconistas' y
con el líder de Madrid, Tomás Gómez. Ellos, y muchos más, piensan que
es preciso que surja una figura más dinámica, más joven, menos
desdibujada que este Pérez Rubalcaba de aspecto doliente y que deja
que sean sus 'segundas' -Soraya Rodríguez, Elena Valenciano-quienes
expresen la indignación ante algunas de las cosas que patentemente
hace mal el Gobierno.

Tampoco estoy seguro de que el propio Rubalcaba tenga muchas ganas de
perpetuarse ni en el cargo ni en sus funciones. A veces tengo la
tentación de pensar que él sabe que debe inmolarse en un acuerdo que
beneficiaría más a Rajoy que al PSOE, aunque el primero no parezca
enterarse de ello. Pero que, sobre todo, nos beneficiaría a los
españoles. Me interesa mucho todo lo que vaya a ocurrir, en Europa y
en España, esta semana que comienza; pero me interesaría, sobre todo,
saber si Rubalcaba piensa asumir públicamente, de una vez, el papel al
que me parece que estaba predestinado, y que no es, ni será, el de
presidir el Gobierno de España.


- Lea el blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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