Los 39 escalones paraguayos de Iznogud el Infame

Fernando Armindo Lugo Méndez, el obispo de los pobres, ha sido un mal presidente. No peor que los que durante 61 años de hegemonía del partido Colorado -incluyendo los 35 de dictadura de Alfredo Stroessner- gobernaron Paraguay. 

Mi comparación busca colocar a Lugo en la debida dimensión de un país en manos de latifundistas: el 1% de la población posee el 70% de las tierras y, claro, las dedican mayormente al cultivo de transgénicos, principalmente soja, encareciendo los recursos alimenticios de un país con un índice de pobreza considerable.

Iznogud el Infame, un cómic de Goscinni & Tabary que hizo fortuna en los 70 del siglo pasado, reproducía las desventuras de un visir, Iznogud (Is no good), en la corte del califa Harún El Pussah. El germen del conflicto y grito de guerra del protagonista era siempre el mismo: "Quiero ser califa en lugar del califa".

Acabamos de asistir al impeachment del presidente Lugo, un hombre de izquierdas, cercano por coyuntura política a la izquierda bolivariana y más dedicado a los placeres terrenales que al servicio público, pero tampoco en esto difiere en demasía de los colorados que le precedieron. Lo que sí lo diferenció realmente fue su empeño en restituir el equilibrio en el reparto de tierras de un país con 6'3 millones de habitantes y 400.000 Kms2 de tierras de los cuales 300.000 están manos de 63.000 personas.

Cuando Lugo llegó al poder fue recibido como la gran esperanza de cambio en un país donde ni las hojas de los árboles se mueven sin recordar a Stroessner. El 76% de la población consideraba que el país iba a mejorar con él. Lamentablemente, nunca contó con apoyo parlamentario.

La peripecia es fácil de resumir: Lugo alcanzó el acuerdo para presidir el país con el apoyo de los liberales, mayoritarios en su coalición (Alianza Patriótica para el Cambio), y el precio político fue nombrar vicepresidente a Federico Franco, un hombre "con un ego desmedido y una personalidad difícil" (Departamento de Estado USA, Wikileaks 2011) y al que no tragó nunca. 

El 15 de junio se desalojó un predio ocupado por personas sin tierra en Curuguaty y en la refriega murieron 11 campesinos y 6 policías, lo que llevó a la destitución fulminante del ministro del Interior Carlos Filizzola. Los liberales vieron la oportunidad de acumular poder y exigieron a Lugo un ministro del Interior del Partido Liberal Radical Auténtico, pero Lago optó por apuntalar su apoyo en el congreso. Desafortunadamente para él, tan pronto como nombró al colorado Rubén Candía del Partido Colorado, Blas Llano, jefe del PLRA, anunció que retiraba su apoyo al presidente, dejándolo en precario.

El resto es simple como cualquier traición: el enemigo de mi enemigo es mi amigo así que el PLRA y el Colorado pactaron rápidamente y acusaron al presidente de "mal desempeño de sus funciones", que es como de risa pero sin el como. Los cargos: Inseguridad ciudadana e institucional: Lugo fue señalado de tener tratos con secuestradores, lo que es muy ambiguo; Soberanía: se le acusa de poner en riesgo la soberanía nacional con la firma del protocolo Ushuaia II en Montevideo y Curuguaty: se le acusa de crimen de estado por el desalojo con 15 víctimas.

A los abogados del presidente se les dio un plazo de dos horas para preparar la imposible defensa y, finalmente, se votó: 39 senadores de 44 lo sentenciaron, destituyeron y nombraron sucesor a Federico Franco. Por supuesto -y sospechosamente si se me permite la coña de la cuña-, lo primero que este hombre ha dicho no ha sido que va a convocar elecciones anticipadas sino que se va a encargar personal y directamente de la verdadera reforma agraria. 

Roma nos enseñó que quien ejecuta la traición es solo un mandadero. El verdadero cerebro de esta historia de chalaneo es Horacio Cartes, candidato Colorado a presidente en las elecciones 2013, empresario de turbios negocios con la familia mafiosa Fadh Jamil, y verdadero Iznogud el Infame de esta historia bufa que retrotrae Paraguay a lo peor de su pasado. Espero que lo siguiente no sea atentar contra Lilian Samaniego, heredera política de Lugo que sale reforzada en esta opereta.