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Una salida menos mala para Rajoy

Una salida menos mala para Rajoy

jueves 19 de julio de 2012, 07:58h
Una vez que el Presidente del Gobierno ha admitido que está teniendo que elegir entre un mal y un mal peor, le han llovido las reprimendas y las ofertas de maravillosas alternativas o, cuando menos, la rotunda afirmación de que debe haber otra forma de enfrentar la crisis, que no es posible que haya una única salida. En todo caso, se extiende la constatación de que el país no está por acompañar a Rajoy en su camino de sacrificios.
 
Creo que es necesario no confundir las cosas: primero veamos si hay una alternativa económica muy diferente a la que propone Rajoy y luego reflexionemos sobre el problema político de si la gente acepta esa propuesta o no.
 
Comencemos por el principio: ¿es posible no tomar como punto de partida la necesidad de reducir el déficit? Pues ya lo dijo Krugman: si tuviéramos nuestra propia moneda la respuesta sería positiva; pero dentro del euro "España no tiene salidas fáciles". Así que no nos las inventemos. La señora Merkel acaba de afirmar que hay países en la zona "que todavía tienen mucho trabajo por hacer". Dicho en roman paladino, que no nos hagamos los remolones, reducimos el déficit o seguiremos en falta. Soy el primero de la fila de los que estamos hasta el gorro de las admoniciones de la canciller de molibdeno (el hierro ya se lo ganó otra). Pero ¿me quieren decir que hacemos? Ya nos pusimos chulos en la cumbre anterior y nos fue medio bien, aunque al más chúcaro, Mario Monti, le visitaron después para bajarle los humos. Además de que al circo le crecieron los enanos y al final hemos tenido que negociar con ellos para que aceptaran los acuerdos de la cumbre. En breve, ese camino (rebelarnos contra Bruselas/Berlín) tiene límites precisos. Así que seamos serios: o tratamos de cumplir con la reducción del déficit o mandamos al euro a freír churros. Y no veo a nadie de los que protestan contra la "obsesión por reducir el déficit", que esté por llevar las cosas hasta la ruptura con el euro. Claro, resulta muy cómodo mantenerse en la crítica fácil, pero ya va siendo hora de que nos pongamos en serio en los zapatos de Rajoy.
 
La otra parte del debate refiere a la forma de reducir el déficit. Rajoy lo ha dicho muy claro: "¿Si no quieren que recorte el gasto, ni que aumente los ingresos, me pueden decir cómo quieren que reduzca el déficit?". Y aquí es cuando se hace un silencio sepulcral o las ocurrencias florecen. Alguna colega en este medio repite ante el muro de las lamentaciones: debe haber otra salida, debe haberlaaaa!! Claro, no dice cual, pero no quiere admitir que no haya alternativa. Bueno, al fin y al cabo eso es algo más presentable que las propuestas tipo Cayo Lara: "un plan de lucha contra el fraude, una reforma fiscal progresiva..." Hay gente que cree que el ropaje progresista puede cubrir el agujero del déficit. Habría que regalarle al señor Lara una calculadora, para que fuera sumando lo que llenan realmente el hueco del déficit sus maravillosas medidas. Lo siento, pero ya estoy harto de que insulten la inteligencia estos incapaces de subirse al carro de la responsabilidad.
Repito que estoy convencido de que el tiempo perdido nos obliga ahora a medidas más duras. Pero creo que la única alternativa a la propuesta de Rajoy es una suavización de la misma. Podemos tratar de negociar más con Bruselas, de negociar más con las autonomías, pero al final el animalito resultante será notablemente parecido al que presenta Rajoy. Eso explica la ambigüedad de Rubalcaba, que se limita a repetir lo de Ronaldo cuando perdió ante la Roja: "es injusto, es injusto".
Así las cosas, entremos en el problema político de fondo: ¿es cierto que ya la ciudadanía no está por seguir el camino de sacrificios que propone Rajoy? Hasta ahora los dirigentes del PP confiaban en los resultados de las encuestas que decían que tenían todavía una mayoría capaz de comprender los recortes. Ya no están tan seguros de eso. No tiene sentido decir que algunos nos hemos cansado de repetir que ese momento iba a llegar más temprano que tarde. Pues bien, aunque no estoy tan seguro de que esa mayoría comprensiva se haya reducido tanto, da lo mismo: he insistido en que con un tercio de la ciudadanía en pie de lucha, ya teníamos el follón armado. Y todo indica que lo tenemos.
Y aquí es cuando cobra toda su importancia el factor sociopolítico del liderazgo y la comunicación estratégica. Precisamente las grandes debilidades de Rajoy. ¿Podría suceder entonces que un Presidente de Gobierno que no se equivoca tanto en la propuesta incomoda, pierda el apoyo del país para seguirla? Pero por supuesto, eso ya ha sucedido muchas veces en la Historia. Así que, estimados colegas, la responsabilidad se nos regresa al rostro. ¿Qué hacemos los ciudadanos, la opinión pública, si esa situación se produce? El estimado director de este medio dice que no tendremos más remedio que apoyar al Presidente de Gobierno, independientemente de nuestro particular gusto. Y creo que tiene razón, pero visto el asunto desde otra perspectiva: estoy convencido de que Rajoy NECESITA un pacto de Estado como el comer, pero no solo para salvarse él sino sobre todo para salvar por esta vía al país. Me parece que nunca ha sido tan necesario que hagamos clamor para que tanto Rajoy como la oposición se dejen de hablar del acuerdo nacional y se pongan a negociar abiertamente. Porque corremos el riesgo de que este verano acabe siendo una histórica oportunidad perdida. Es en eso en lo que Rajoy emplea mal su coraje: ya no es necesario que lo muestre para gobernar con medidas amargas, sino para aceptar que es necesario negociar un verdadero acuerdo de Estado. Ojalá tenga los arrestos suficientes.
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