¿Querían champagne?

Antes que nada les aclaro que escribo este artículo con todas las pulsaciones del partido de Los Pumas encima, ya que este acaba de terminar.

Mucho se habló en la previa sobre una polémica inútil de si Francia o Los Pumas jugaban rugby “champagne”,-o sea un juego vistoso- y la “amenaza” de Francia era que iba a quedar todo demostrado en la cancha. Y en el terreno de juego nomás el champagne estuvo del lado argentino, con una actuación que dejó en claro la superioridad sobre su rival.
Es por eso que las palabras quedaron de lado y como quisieron los “blues” que se viera reflejado en la cancha, fue un reflejo del sentimiento de ambos planteles a lo largo del mundial.

Lo que no parecieron entender todavía los archi profesionales franceses es que al corazón de Los Pumas también se le puede agregar buen juego, y por si eso fuera poco, de los últimos siete partidos disputados entre ambos, seis favorecieron al equipo argentino. Por eso el “baile” que le pegó Argentina a Francia en el encuentro por el tercer puesto, vale mucho más que el bronce. Es el esfuerzo de un grupo de gente que a pesar de los contratiempos creyó que se podía, que nunca bajó los brazos  aún teniendo oposición dentro de la misma dirigencia argentina. Pero ellos siguieron adelante, y le demostraron al mundo que “Argentina existe” como lo decía una bandera que se vio en cada oportunidad que jugaron en este mundial, y el hecho de haber finalizado este ciclo venciendo a Francia, ubica esta actuación entre las más importantes del deporte argentino en la historia.

Para los que decían que un partido por el tercer puesto no tenía sumo interés, eso quedó de lado ni bien comenzó el juego, ya que la “pica” que existe entre ambos planteles quedó demostrada enseguida y los roces –o más que roces- fueron una corriente desde el primer hasta el último minuto, donde el honor valía más que cualquier ubicación final.

El hecho que Los Pumas hayan concretado cinco tries -¡y de qué categoría!- a Francia por primera vez en la historia, permitió que no quedaran dudas en cuanto a la superioridad en este mundial, donde vencieron al local en el encuentro inaugural y en el último de esta serie de siete encuentros imborrables, donde lograron más allá de lo deportivo, emocionar a cualquier argentino al verlos cantar el himno y dejar el alma en cada pelota jugada.

Pasó un mundial con un tercer puesto soñado. Con victorias ante Francia (en dos oportunidades) Irlanda y Escocia, más sólidas actuaciones ante Georgia y Namibia, y con una sola derrota ante la poderosa Sudáfrica, algo impensado para muchos antes del inicio de la competencia, pero no para un grupo de jugadores que se había propuesto llegar hasta el final.

Hernández, Pichot, Contemponi, Corletto entre otros, ya pasaron a ser apellidos conocidos no solamente para el mundo del rugby, todos bajo la conducción de un entrenador que demostró con humildad toda su grandeza. Este esfuerzo deberá ser acompañado por dirigentes que se pongan a la altura de las circunstancias, y entiendan que este es el momento para dar el salto y poner a Los Pumas en un torneo internacional como el Seis Naciones o el Tres Naciones. No hay tiempo que perder. Los jugadores ya hicieron “más” de lo que les correspondía; ahora todo deberá resolverse en los escritorios, un lugar al que por ahora la garra de Los Pumas no pudo llegar.