Ya ha empezado: era cuestión de tiempo que una presidenta capaz de usurpar a Repsol su antigua filial argentina YPF, y de otros tantos numeritos, diera un paso aún mayor para dejar claro que ella quiere ser la Ley en su país. Así,
Cristina Fernández va a intentar
reformar la Constitución para eliminar la norma que sólo permite a un presidente de la República un máximo de dos mandatos de 4 años cada uno. Y claro, también la calle ha estallado contra ella:
Buenos Aires y otras ciudades del interior del país acogieron anoche multitudinarias manifestaciones contra
el Gobierno.
Los "cacerolazos", las concentraciones en las calles y las manifestaciones en distintos puntos del país han sido fuertes y, por su magnitud, inéditas en lo que va del segundo mandato de
Fernández, iniciado en diciembre pasado
tras triunfar en octubre de 2011 en unos comicios donde obtuvo el 54% de los votos. Fernández, amiga declarada del venezolano
Hugo Chávez y del resto de líderes del eje populista:
Evo Morales, Raúl Castro... pretende perpetuarse en el poder y así controlar el sistema, acabando con años de evolución y progreso en la sociedad argentina.
Es cierto que la mandataria no ha confirmado ni desmentido su intención de aspirar a un tercer mandato en los comicios de 2015, pero cuando uno no desmiente algo tan relevante, está claro que está, al menos, en estudio. Peligro para Argentina y peligro, en conjunto, para nuestra querida América Latina.
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