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Historias Ejemplares

Carolina Villca: madre y empresaria de éxito

Carolina Villca: madre y empresaria de éxito
miércoles 19 de septiembre de 2012, 13:52h
Carolina Villca nació en una Bolivia pobre, en el seno de una familia más pobre todavía, que debía compartir lo poco que tenían con sus ocho hermanos, más los cuatro abuelos y demás familia. Sus padres, humildes labradores, transmitieron a sus hijos uno de los valores que esta emprendedora ha llevado a rajatabla: no desfallecer. No hay trabajo que no se pueda hacer por muy duro que te parezca. Carolina fundó Águila Dorada bajo ese principio y con mucho tesón. Esta es su Historia Ejemplar.
Ya con el nombre de la empresa, Águila Dorada, Carolina hace una declaración de intenciones: fuerza y valentía. Cual 'Ave Fénix' que resurge de sus cenizas, en este caso de los problemas y de las trabas que la vida le ha ido poniendo en el camino, esta boliviana -de mirada vivaz y verso fácil- llegó a España en mayo de 2003, "cuando en España se podía hacer algo, pero si tenías todos los papeles en regla'.

Y Carolina, no tuvo esa suerte. Comenzó limpiando casas de 'extranjis' , cuidando a personas por las noche, mientras sus dos hijos estudiaban y trabajaban, "mis dos tesoros, son pieza fundamental en mi vida, sin su ayuda y su apoyo no hubiera podido salir adelante", se emociona Villca.

La idea de Águila Dorada surge por una necesidad real, una mudanza. Carolina, tras ahorrar céntimo a céntimo, pudo comprarse un pequeño apartamentito, "dormíamos en la misma cama mi hija y yo, mientras el niño al sofá. Cocinábamos en un pequeño hornillo de gas y el último en ducharse, le tocaba agua fría". Pero es su orgullo, su casa.

Cuando se planteó traerse sus pertenecías de Bolivia comenzó un periplo de oficinas de mudanzas trasatlánticas, papeleos con aduanas, permisos, y demás "jaleos que supone traerte a España unos enseres que, aunque no son bonitos, son de mi familia desde hace siglos y quería tenerlos junto a mí", nos comenta una emocionada Villca.

Aquí volvió a aplicar lo que sus padres le habían inculcado desde pequeñitos, no hay nada que con esfuerzo se pueda conseguir. Y se trajo sus "mueblitos".

Y así surgió su empresa. Tenía los contactos, el sistema, los paso a seguir y el estudio de las empresas marítimas que mejores precios ofrecían, ... Y le sacó rendimiento. Un compatriota le pidió que le echase una mano para organizar el envió de las pocas propiedades que tenía en España; una vecina, debía enviar unas alfombras a Bolivia, ... Cinco años después, Carolina cuenta con ocho sucursales propias de envíos marítimos a Bolivia desde España, esta empresa es su Águila Dorada. Sin ayudas, sin subvenciones y sí con muchas trabas de papeleo.

"Enviamos todo lo que el cliente quiera, desde mesas, sofás, ropa, hasta, una vez, que enviamos un féretro. Todo lo que necesiten enviar, nosotros lo gestionamos"

Con un volumen de 12 envíos al mes, Carolina puede comenzar a delegar en sus hijos, que día a día han estado a su lado aprendiendo el negocio. Ella quiere descansar, quiere dedicarse un poco de tiempo. Pero no deja de ir a la oficina a 'controlar' sin que sus hijos tengan esa sensación. Les ha enseñado bien, "igual que mis papitos lo hicieron con nosotros. Nunca nos impusieron nada, siempre con amor y confianza", se le saltan las lágrimas cuando recuerda a sus padres que siguen en su San Pedro de Torora. "Por ahora no tengo pensado en volver, porque tengo que hacer un poquito más de dinerito para que allí pueda comprarles una casa más grande a mis papitos".

Apesar de tener las cosas atadas y bien atadas, Carolina no ha dejado de acudir a limpiar la casa de la mujer que le dio en España su primera oportunidad laboral.
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