El portazo

El desenlace de lo que iba a pasar hoy en Moncloa ya estaba más o menos escrito. Artur Mas llegó con las cartas marcadas -ya había explicado su horizonte soberanista desde el día después de la Diada, incluso en Madrid- y a Rajoy el guión del "hoy no toca, y mañana tampoco" se lo había dejado escrito el rey en forma de carta. De modo que la cumbre entre presidentes sólo tenía la virtualidad de escenificar que no hay nada de que hablar y de que cada cual seguirá su camino. En el caso de Mas, "pase lo que pase" y en el de Rajoy releyéndose el artículo 155 de la Constitución y la senda interrumpida en su día por el lendakari Ibarretxe.Mas ha dado un portazo en una puerta giratoria que por cierto no tiene Moncloa, sino el Ritz o el Palace. Y que como toda puerta giratoria permite recapacitar y después de salir volver a entrar, cosa que no ha hecho.

Hay matices del encuentro, no obstante, que conviene valorar. Mas habla de "no al pacto fiscal" y el líder del PP de "no al concierto". Primer desafino. Moncloa aparenta disposición para revisar el sistema de financiación pero dejando claro que porque lo piden otras comunidades autónomas que también se sienten discriminadas. De entreguismo a Cataluña, nada. Para el líder catalán, en cambio, la cerrazón del gobierno español a negociar es total.

Lo acontecido después de la magna concentración de la Diada -nadie discute su envergadura, aunque sí su carácter de hoja de ruta independentista- puede interpretarse como un suflé que una vez enfriado no vuelve a crecer. O como un "reset", una vuelta a empezar. A Mas, que el 11-S esperaba una movilización clamorosa pero al que sorprendió la hemorragia reivindicativa hasta trocar su intención inicial de reclamar el pacto fiscal, que para eso pidió la audiencia de hoy, le llegan presiones por dos lados. La de los que esperaban un nuevo horizonte al día siguiente y la de los que tienden puentes hacia una solución pactada que aporte frutos tangibles sin que se note que Madrid se baja los pantalones bajo presión. El propio president ha querido aportar prudencia con sus palabras "el debate fundamental es la soberanía pero no se puede hacer en caliente". O sea bajo la presión de la calle, superior a la de su partido, y sobretodo a los muchos que el 11-S acudieron inicialmente a la mani para reclamar respeto y menos asfixia fiscal pero no la independencia y que al final se encontraron en medio del marasmo de banderas "esteladas".

Artur Mas, que ha de administrar la fuerza de la calle pero que en el fondo no quiere aventuras baldías que puedan fracturar Cataluña en dos comunidades, también ha dejado claro que la ruptura, independencia, propio camino o como quieran llamarle sólo sería factible si es de forma "muy" mayoritaria y por supuesto democrática y pacífica. 

Cuando escribo estas líneas las redes sociales andan llenas de una convocatoria plebiscitaria a las siete y media de esta tarde frente al palau de la Generalitat. Se trata de dejar patente ante Mas, que llegará a esas horas, que no hay paso atrás.

La semana que viene más Mas. Del Debate de Política General que se  celebra anualmente saldrán "reflexiones y decisiones". Quizás unas elecciones anticipadas a mitad de mandato que deberían resituar a cada cual en su sitio para iniciar un camino de futuro incierto. El famoso plan B que ahora empieza a tener apellido: "Estado propio". 

Y entretanto, el martes el rey Juan Carlos correrá por Barcelona con el conde de Godó de anfitrión. Ya hay quien propone que una multitud de "esteladas" salude el paso de la comitiva real. Quizás sea para entregarle la "carta a los Reyes" que los ciudadanos suelen escribir a comienzos de año y no los monarcas a su pueblo como pasó en este cierre de verano.

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