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La columna de Gema Lendoiro: '¿Por qué los niños franceses no montan pollos y comen verdura?'

La columna de Gema Lendoiro: '¿Por qué los niños franceses no montan pollos y comen verdura?'

miércoles 26 de septiembre de 2012, 11:05h

Si tiene usted la costumbre de viajar por ahí, de sentarse a disfrutar de la gastronomía local, de conocer nuevos e interesantes lugares y de disfrutar de los medios de trasporte que el país que visita le ofrece, se habrá dado cuenta (o no) de que la gente de cada sitio es diferente. Y, como no podía ser de otra forma, sus retoños, también.

Todos los países (sin excepción) cargan con su sambenito. A saber: los españoles gritan, los italianos gesticulan, los alemanes son cuadriculados, los japoneses distantes, los chinos trabajadores, los cubanos mentirosos, los argentinos exagerados. ¿Y qué hay de cierto en todo esto? Pues, como en botica, hay de todo. Servidora, como todo el mundo, se ha encontrado modelos fieles a lo que se dice y contrarios. Pero parece que sí hay algo de cierto en algunos estereotipos.

Me llega a casa el libro Cómo ser una mamá cruasán, editado por Temas de Hoy (sale a la venta el 3 de octubre) y que es una traducción del best seller en USA llamado Why french kids don´t throw food) (¿por qué los niños franceses no tiran la comida?), en Inglaterra, Bring up baby, cuya traducción literal sería educar a un bebé (aunque tampoco exactamente) y que aquí, como pasa con el cine, se han inventado un título que nada tiene que ver con el original y lo han titulado, en un alarde de originalidad, Cómo ser una mamá cruasán. Lo firma Pamela Druckerman, una corresponsal norteamericana afincada en París, ciudad donde recala para casarse (con un inglés) y donde procrea. Tres criaturas para ser exactas. Es una comparativa fantástica de dos modelos educativos (me temo que los españoles estamos máscerca del norteamericano)

El libro se lee de un tirón. Es sumamente interesante si tienes ganas de cuestionarte los dos bandos opuestos mayoritarios en educación: el que propugna la permisividad y el que impone la severa disciplina. Y, es especialmente interesante si tienes afición por la cultura francesa. Que en mi caso, es así. Os pongo algunos puntos interesantes del libro.

El embarazo no es un proyecto de investigación. Salvo que seas ginecólogo o científica no se explica que tengas esa obsesión por leer todo tipo de tratados enciclopédicos sobre la gestación. Un exceso de información que genera, muchas veces, ansiedades innecesarias. Los embarazos se viven como algo natural y no constituyen ningún fenómeno a resaltar. Las mujeres se preñan de toda la vida y, si bien es cierto que hay guías y libros, sus autores ni son considerados gurús ni nada que se le parezca. Hablar constantemente de la gestación se considera, además, de mal gusto. Estoy de acuerdo en parte. Recuerdo que en mi primer embarazo me llegué a obsesionar con lo que leía. Tanto que a veces ni lo disfrutaba. Reconozco que con el segundo no llego ni a la décima parte. Pero, claro, hablar es fácil...

Epidural, ¿sí o no? Pocas francesas conceden gran importancia a este hecho. La forma en la que das a luz (además de ser bastante privada) no te sitúa dentro de un determiando sistema de valores, ni define el tipo de progenitora que vas a ser. Para las francesas (en general) parir no es más que un procedimiento para que el bebé pase sano del útero de su madre a los brazos de la misma. La autora reconoce que: "El 1 ó 2% de partos sin epidural que se dan en París se corresponden con americanas locas como yo o francesas que no llegaron a tiempo al hospital" Estoy de acuerdo al 100% en este punto. Respeto que una mujer quiera padecer dolor pero no lo entiendo. Como tampoco entiendo a la gente que se flagela o se pone un cilicio. Pero lo respeto, que quede claro. Los partos en casa son considerados como algo aberrante y propio de gentes sin civilizar. Más en un país con un sistema de bienestar que es profundamente respetado y cuyo mal uso se vería, directamente, como un fraude para todos (ej, parir en casa y reclamar a última hora una ambulancia con el coste añadido de esa urgencia que podía haber sido evitada). Simplemente no se les pasa por la cabeza hacer algo que se escapa de toda lógica. Es más, apenas hay datos de esto en el país galo.

¿Por qué duermen los bebés franceses de un tirón? Reconozco que este capítulo me cuesta trabajo creérmelo. De entrada pienso que , habrá de todo. La autora lo reconoce, es cierto, pero también dice que la mayoría lo hace. Después de años indagando descubre que los padres franceses practican la denominada pausa, un método que consiste en ir dejando poco a poco al bebé solo hasta que se duerme. Se practica desde que son recién nacidos y propugan, por ejemplo, no ir corriendo como una loca cada vez que llora. Ir enseguida, eso sí, pero, pongamos por ejemplo, si estás haciendo pis, que te dé tiempo a limpiarte, tirar de la cadena y subirte las bragas. En realidad, explica, forma parte de una educación basada en el respeto mutuo.Tú tienes tus derechos pero yo también los míos y poco a poco te los voy a ir mostrando. Curiosidad: casi ningún francés es consciente de que sigue un método. Es lo que aprenden de sus padres y aplican a sus hijos. Sin más. Sin grandes algarabías. No sé si estoy de acuerdo por la sencilla razón de que nunca he tenido que aplicar ningún método. Cuando llega la hora de dormir lo hace sin rechistar y, aunque a veces tengo que llevarle agua varias veces, nunca sobrepasamos los veinte minutos, media hora de irnos a dormir. Cuando nazca la otra ya veremos qué pasa.

¡Attende! (¡espera!) Probablemente es la primera palabra que los francesitos escuchan cuando empiezan a dar muestras de autonomía. La palabra implica que el niño no requiere una gratificación inmediata y que es capaz de entretenerse solo.Esta teoría defiende que cuando los niños saben esperar, la vida familiar resulta mucho más agradable. Es uno de los secretos de que los niños franceses apenas monten rabietas ya que (explican) han desarrollado los recursos interiores necesarios para manejar la frustración. No piensan que van a obtener lo que que quieren instantáneamente. Estoy de acuerdo también al 100%. Aprender en la vida que no siempre te darán la razón ahorra muchísimas frustraciones y te proporciona herramientas para buscar alternativas. Saber decir no a los hijos y enseñarles que no siempre podemos atenderlos a la primera me parece una buena base educativa.

Dar el pecho. Este capítulo hará las delicias de las llamadas talibanas de la leche (pero para criticarlo, claro). Como en todo lo referente a la crianza, nada se lleva a los altares, mucho menos algo tan natural. Si bien es considerado como lo natural y lo preferible, no se le da ningún bombo extraordinario. El hecho que casi ninguna francesa (menos del 5%) deje de trabajar al ser madre, tampoco facilita mucho su defensa por encima de todas las cosas. Las francesas ven como algo extraño que las norteamericanas consideren la leche maternizada poco menos que un maltrato. Ven como algo "raro" que se presuma de hacer algo que cuanto más duela y más incómodo sea, sea considerado como más prestigioso y no lo consideran nada heróico. Estoy a medias de acuerdo. De un lado creo que la liga de la leche hace una labor buenísima al fomentar la leche materna (especialmente informando). Por otro lado me parece una experiencia maravillosa que muchas mujeres se pierden por falta de apoyo pero es verdad que una mínima parte de sus defensoras con su agresividad han conseguido justamente lo contrario. Es, en cualquier caso, tema espinoso donde los haya. Por supuestísimo ninguna francesa de pro se sacaría la teta en público para dar de mamar. Siempre lo haría de forma mucho más sutil y tapándose. El sólo hecho de planteárselo les hace poner una mueca de entre incredulidad y pudor. Sencillamente no es élevé (educado) mostrar tus partes íntimas a todo el mundo.

El objetivo de la educación infantil, la école maternelle. El objetivo de la escuela pública francesa (probablemente de las mejores del mundo y basada en un estado de bienestar que en España ya estamos empezando a no saber qué es) es conseguir que los niños de toda procedencia (ricos, pobres, cristianos, ateos, judíos, musulmanes) perfeccionen su competencia oral en francés. Hasta que no saben hablar per-fect-ta-men-te, no se les enseña a leer. La lógica es que: si los niños pueden hablar con claridad, también serán capaces de pensar con claridad. Además de pulir su gramática hablada, aprenden a observar, hacer preguntas y plantearse cuestiones de manera más racional. Aprenden a adoptar un punto de vista distinto al suyo y ese contacto con el pensamiento lógico les va introduciendo en el ejercicio del racioncinio" ¿qué quieren que les diga? ¿qué se puede esperar de la nación cuna de la ilustración? Además de fascinarme hay algo que me encanta de su educación pública: es laica. Y lo dice una católica practicante que entiende que la religión ha de quedarse en el ámbito esctrictamente familiar y privado. Igual el día que nos quitemos ese complejo en la educación PÚBLICA en España, nos irá mejor. El que desee educación específica religiosa, que la pague.

¿Por qué comen mejor y no montan pollos en los restaurantes? Obviamente alguno sí lo hará pero en líneas generales tiene mucho que ver con lo anterior. Doy fe que en la école maternelle de mi hija no saben lo que son los nuggets, ni los macarrones, ni nada frito que disimule la verdura. Se les hace saber desde infantes que las texturas de los alimentos son algo nuevo a descubrir y así, de repente un día servidora, madre de una niña que come entra regular y mal, se la encuentra degustando tan ricamente merluza en salsa verde. Ahí es nada. Casi me desmayo.

La autoestima. Reconozco que en este punto me sorprendí. Y mucho. Tenía entendido que el refuerzo positivo daba buenos resultados. Es decir, alabar al niño cada vez que hace algo bueno. Y sí, es bueno. Pero como todo en exceso, es malo. El modelo francés defiende que los niños se sienten seguros de sí mismos cuando son capaces de hacer las cosas solos y bien. Cuando han aprendido a hablar los adultos no les dedican elogios por decir cualquier cosa que se les pase por la cabeza. Los alaban por decir cosas interesantes y por hablar bien. Los profesores y figuras de autoridad francesa no solo no elogian de forma rutinaria a los niños, sino que tampoco suelen alabar a los niños en sus conversaciones con los padres. Lo que te enseñan es a razonar. No tienes por qué ser creativo. Tienes que expresarte con elocuencia.

La sagrada figura del profesor. Como se hacía hace no tantos años en España, si el profesor envía una nota de mal comportamiento a los padres, te la cargas. Quizás uno de los puntos en los que más fallamos en España. Haberle quitado la autoridad al profesor. Esos padres que acuden a pedir explicaciones al profesor porque han castigado a su hijo (por ejemplo expulsándolo de la clase por haber escupido a otro) y que no atienden a razonamientos. Por desgracia en los colegios públicos en nuestro país es más frecuente porque no se  pueden aplicar siempre normas internas como sí se hace en los privados. Como hija de docente en un colegio público soy plenamente consciente de ello. Y una auténtca vergüenza cuando los profesores se sienten incluso amenazados por unos maleducados padres que no aspiran a otra cosa que maleducar a sus hijos y para tal propósito exigen la ayuda del centro. Para este tipo de progenitores el colegio es un lugar donde aparcar a los niños mientras ellos trabajan. Demencial. En Francia, cuenta la autora, el profesor sigue gozando de la autoridad que siempre tuvo.

Polémica servida.

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